En Tercera llamada Karina Gidi interpreta al cliché del artista consumido por su creación, nada existe más allá de ésta. Nada importa cuando se busca el arte y su espíritu verdadero, ése fin justifica todo.
El objetivo de la directora en la cinta (Gidi) es montar Caligula de Albert Camus, al tiempo que sortea sus ocurrencias creativas, las de su equipo de producción, una relación de pareja que se colapsa, las presiones económicas, los compromisos comerciales, las ínfulas artísticas de vestuaristas y escenógrafos –las únicas válidas son las propias–, los tramoyistas tranzas, delirios de estrellas, vanidades y cuantas cosas se imaginen.
Podríamos decir que Tercera llamada se encuentra en el espectro contrario de Nueva York en escena (Synecdoche, New York, 2008), ese drama opresivo sobre la creación artística llevada a sus últimas consecuencias. La cinta mexicana es una comedia sobre las peripecias del montaje teatral –y del cine por extensión– en un tono ligero similar al de El ciego (Hollywood Ending, 2002) de Woody Allen, aunque revestido de cierto aire intelectual por los conflictos existenciales de su protagonista.
Hay que reconocerle al director Francisco Franco y a la guionista María René Prudencio el tino para darle a cada personaje su lugar y momento para brillar, nadie se queda sin sus cinco minutos de pantalla, a pesar de que la acción no escapa de sentirse teatralizada, ni de los estereotipos. Sin embargo, tomando en cuenta el sujeto central, es entendible
Franco tiene el pulso para utilizar de manera correcta a su elenco, sin perder el hilo central de la trama. Ayuda que el reparto está conformado por actores de diversa extracción: Fernando Luján, Rebeca Jones, Ricardo Blume, Silvia Pinal, Lalo España, Irene Azuela, Cecilia Suárez, Mariana Treviño, Anabel Ferreira, Moisés Arizmendi, Jorge Poza y hasta Víctor García, el de La Academia. Hay de chile, mole y de manteca.
Será interesante observar cómo se comporta el público ante Tercera llamada, después del trancazo comercial que resultó No sé aceptan devoluciones de Eugenio Derbez. La cinta de Franco tiene un poco más de empaque, lustre e ideas redondeadas pero no cuenta con el aplastante apoyo publicitario de la otra, además resulta imposible comparar las 1,500 copias contra un estreno reducido que posiblemente no pase de 100 salas.
La audiencia tiene la última palabra.
Por Rafael Paz (@pazespa)