‘Ghost Light’ y la venganza de Macbeth

La cámara recorre un bello paisaje escocés, sobrevuela un lago y al fondo se ve un castillo imponente. Si la voz en off tocara otro tema, hasta luce como toma descartada de Harry Potter. Sin embargo el narrador nos informa que el tema en cuestión aunque popular es mucho más antiguo: el Macbeth, de William Shakespeare. La voz en off nos informa que la obra y sus representaciones están acompañadas de una maldición, ancestral como el texto mismo, y aquel que se arriesgue a ponerla a prueba sufrirá funestas consecuencias.

Un salto en el tiempo nos transporta a nuestros días. Una compañía veraniega de teatro tiene planeado montar el clásico teatral en un pequeño local perdido a mitad de las praderas del medio oeste de Estados Unidos. Los veteranos del grupo introducen a los más jóvenes, sobre todo al petulante Thomas (Tom Riley) y a Liz (Shannyn Sossamon), a la vieja maldición que carga el texto shakesperiano. Incredulos y entre risas, Tom y Liz retan al destino que pronto comienza a hacer de las suyas.

Ghost Light (2018), dirigida por John Stimpson (Una obsesión mortal), es una comedia con elementos del terror –aunque estos nunca alcanzan a ser terroríficos–, piensen en El desesperar de los muertos (Shaun of the Dead, 2004) –sin el metafuncional humor de Edgar Wright, claro– o Scream 2 (1997) pero con el teatro shakesperiano de fondo y enfocado a las dinámicas al interior de la compañía teatral. Esto acerca el trabajo de Stimpson a cintas como Pánico en escena (Stage Fright, 1950), de Alfred Hitchcock, la mexicana Tercera llamada (2013) o La horca (The Gallows, 2015), donde una presencia sobrenatural comienza a asesinar a unos estudiantes de teatro.

El tema del largometraje parece ser la manera soberbia en que algunos actores jóvenes se comportan con respecto a lo sucedido antes de su llegada, una falta de respeto a las raíces de su profesión, usando como contrapunto la comedia para restarle seriedad al asunto. Al mismo tiempo, el guión señala las maneras en que el teatro es único y efímero, nunca habrá dos funciones iguales. La magia del momento expira cuando cae el telón.

Si Ghost Light no pasa de ser un aperitivo incapaz de servir como plato principal es por lo ordinario de su desarrollo, la trama nunca abraza por completo su lado más cómico, cercano al humor negro y el absurdo. “You don’t mix William Shakespeare”, grita uno de los personajes para defender su negación de transformar o adaptar el texto shakesperiano. Algo similar sucede con la película y su deseo de llevar Macbeth (y su leyenda) a otro terreno. La intención está, el atrevimiento no.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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