‘El paciente interno’: El hombre que quiso asesinar a Díaz Ordaz
Carlos Francisco Castañeda de la Fuente, actualmente de 69 años de edad, estuvo encerrado tras las rejas de un psiquiátrico por años, desde 1970 hasta la última década del siglo pasado. Este hombre decidió vengar la vida de cientos de estudiantes asesinados aquel 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Carlos Francisco Castañeda de la Fuente es el hombre que quiso matar a Díaz Ordaz.
El paciente interno es un documental en el que Alejandro Solar muestra la realidad de una persona que vivió las injusticias e incongruencias de la ley. El director encontró la historia de La Jornada en el año de 2004, a partir de ahí se le ocurrió dar a conocer más a fondo la vida de Carlos Castañeda.
Hoy en día, este hombre se encuentra en las calles y busca ingresar al Centro de Asistencia e Integración Social Cai Coruña Hombres. En bolsas de Sanborn’s guarda sus secretos: un cortaúñas, pasta de dientes, cepillo; y en una bolsa de papel resguarda lo que parece lo más valioso para él: un libro de rezos.
El Hospital Psiquiátrico Samuel Ramírez Moreno, Centro de Asistencia e Integración Social Cai Coruña Hombres, las calles, son algunos de los escenarios en este documental que también muestra la ineficiencia de los hospitales psiquiátricos.
La película está estructurada de tal manera que los puntos críticos, la razón por la que Carlos Castañeda decidió matar al presidente en 1970, su destino en el sistema penal y psiquiátrico mexicano, así como su estadía en el centro de integración, es lentamente narrado y expuesto, esto con el fin de poder analizar, contextualizar y ampliar la visión del espectador con respecto al protagonista.
A Carlos Castañeda lo detienen el 5 de febrero de 1970 por intentar asesinar al presidente, el gobierno borra sus datos, el gobierno represor lo borra de la historia, no existe ningún vengador, desaparece el que podría ser el único sobreviviente al castigo desmedido del sistema. Él, 40 años después, va sin rumbo por las calles, pide limosna, duerme en las entradas de lujosos edificios. Parece que su vida es la de cualquier indigente, sin embargo, puede que sólo esté disfrutando de su libertad.
Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)
