‘Sueño en otro idioma’ y la extinción del lenguaje

Para un entendimiento o una comprensión de pensamientos, el lenguaje, en sus diversas manifestaciones, es un requisito primordial para la interacción entre los seres humanos. El conocimiento de una lengua en específico, sin importar si se trata de una nativa o la más utilizada de acuerdo a la región de procedencia, es determinante en la expresión de emociones o el silencio de las mismas, así como la representación de un rescate cultural.

Sueño en otro idioma (2017) se deslinda de la cotidianidad de la comedia romántica mexicana y de los usuales esbozos a la oscuridad de la corrupción en México de algunas cintas para retomar el aspecto de la tradición de una lengua indígena ancestral, la diferente interpretación de su vocabulario y lo que implica su peligro de extinción. El estudiante Martín (Fernando Álvarez Rebeil) llega a una pequeña comunidad en la selva veracruzana para investigar el zikril, el idioma indígena local que está amenazado con desaparecer por el fallecimiento de uno de sus últimos hablantes y de la larga enemistad entre Evaristo (Eligio Meléndez) e Isauro (José Manuel Poncelis), renuentes en conversar por un incómodo incidente de su pasado.

El realizador Ernesto Contreras confecciona un relato en el que, además de reforzar la importancia de la preservación de la cultura y la hibridación de la misma, coloca, sutil, los estragos del pasado que determinan el futuro de los destinos personales.

Intercalando la amargura del presente con la emotividad del pasado, la relación amistosa de los jóvenes Evaristo (Juan Pablo de Santiago) e Isauro (Hoze Meléndez) se ve afectada por María (Nicolasa Ortíz Monasterio), objeto de interés del primero, para formar un tormentoso triángulo amoroso que vislumbra la vergüenza por aceptar la sinceridad de los sentimientos y las preferencias sexuales.

El misterio de su comunidad y sus rincones, realzada por la cuidada fotografía de Tonatiuh Martínez, captura un reflexivo onirismo sobre la muerte y el presagio del deceso por medio de presencia de lluvias torrenciales, conformado por la fantasía de la mitología que le rodea, conformada por el canto de la parvada de aves de la selva y el misterio de una cueva que auspicia a las almas que conservaron la pureza del idioma. Así, contrasta de manera efectiva con el tono investigativo del principio del relato, resaltando la soledad que mantienen Evaristo e Isauro en su vejez, obligados a interactuar a favor de la preservación del zikril, entreviendo el rencor, los riesgos que implica forzar las cosas y remover antiguas rencillas que despiertan ímpetus de venganza, convirtiéndose de manera paulatina en redención.

Contreras recurre también, como en su ópera prima, Párpados azules (2007), a la influencia de la relaciones humanas que intentan concretar una conexión emocional que nunca sucede por completo a causa de las circunstancias, las vivencias, el forzamiento de las interacciones y el peso de los sucesos que les rodean, repercutiendo en Martín y Lluvia (Fátima Molina), nieta de Evaristo, guardando una atracción mutua sin ayudarlos a concretar una relación a causa del actuar de los ancianos en sus últimos días y los intereses personales.

Nostálgica e interesante, con un elegante estilo visual y entrecruzando el tributo a la cultura indígena, la dificultad de los vínculos humanos, el misticismo sobre la muerte y el paso de la vida, Sueño en otro idioma representa la añoranza por la redención personal y la esperanza de la preservación de un legado que sucumbe ante los años y el predominio de otro idioma.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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