‘Los Hamsters’: Mentiras en familia

El cine mexicano, ante la excesiva presencia de cintas de comedias enfocadas más al cúmulo de ingreso taquillero que en ofrecer calidad, cuenta también con vertientes esforzadas que salen de la mencionada tendencia para abarcar aspectos más allá de los enredos románticos al estilo de ¿Qué culpa tiene el niño?, los revoltosos alumnos de No manches, Frida (2016) o los disfraces de un modista como en Macho (2016).

Los Hámsters (2014), ópera prima del realizador Gilberto González Penilla, retrata las disfuncionalidades propiciadas por la falta de comunicación. La familia, conformada por Rodolfo (Ángel Norzagaray) y Beatriz (Gisela Madrigal), padres de los adolescentes Juan (Hoze Meléndez) y Jessica (Monserrat Minor), atraviesa por una crisis comunicativa en la que sus integrantes desconocen uno del otro.

El humor negro atisba en el relato y, a pesar de la familiaridad del tema, adquiere un poco de personalidad al manejar adecuadamente el tiempo, desarrollado en el lapso completo de un día de actividades de los integrantes, en el que cada uno de ellos realiza algo fuera de su rutina que los llevará a replantearse sus existencias. Rodolfo finge trabajar cuando en realidad está desempleado, Beatriz mantiene un juego de seducción con un instructor de gimnasio, Jessica desarrolla un triángulo amoroso y Juan se entera que será padre.

La correcta atención a los personajes, sin demeritar en importancia, refleja las  verdades ocultas al núcleo familiar, sin confrontarse entre sí, séase una crisis de edad, una falta de cariño, la irresponsabilidad, un despertar sexual, un súbito cambio de rol familiar o el desempleo y los agrios procesos de selección de las vacantes. Tal y como los propios animales a los que hace alusión, la familia se involucra en sus propios asuntos individuales, sin expresarlos verbalmente, prefiriendo ocultar sus equivocaciones antes de admitirlas por el egoísmo en el que están sumergidos.

Ante la disfuncionalidad planteada, las resoluciones de los personajes se colocan por delante de una trama que si bien pretende ofrecer un final abierto en la culminación del día de los cuatro integrantes de una familia en Tijuana, la problemática se limita a ser contemplativa, sin ofrecer ningún tipo de avance o retroceso que torna un poco monótono su desarrollo, logrando un único destacado momento en penumbras en el desenlace.

Discreta en su comedia, pero con algunas escenas sobradas que le restan ritmo, Los Hámsters es un convencional intento por destapar los problemas que aquejan el entorno familiar, como la incomunicación y las faltas de responsabilidades, aspectos sociales que imperan en muchos escenarios mucho más de lo que se imagina.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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