Romper el silencio ante la impunidad: ‘Tempestad’

“En México necesitamos rabia,
coraje y dignidad en este momento”

Días antes del estreno del vital documental Tempestad, la interminable ola de violencia e impunidad que azota a México desde hace muchos años volvió a terminar con la vida de varios periodistas, entre ellos Javier Valdez, fundador de Ríodoce.

En este contexto platicamos con la directora Tatiana Huezo, quien decidió no quedarse callada y compartió al público las historias de dos mujeres mexicanas que fueron directamente afectadas por las propias autoridades: Miriam, encarcelada sin pruebas –en un lugar operado por un cártel de droga– por el supuesto delito de trata de personas; y Adela, quien durante más de 10 años ha buscado a su hija Mónica, desaparecida a partir de un secuestro encubierto por la policía judicial.

¿Cuándo decidiste abordar un tema muy presente en México como lo es la impunidad?

Tengo una sensación grande de impotencia al percibir la indiferencia y el silencio por parte de todos, de la sociedad a la que nos está pasando. Tempestad nace de eso, un día en el que la violencia prácticamente llega a la puerta de mi casa y me toca ver a una amiga querida [Miriam] destruida por una situación grave de impunidad.

Ella fue acusada de tráfico de personas y encarcelada en un lugar violento del norte de México; por supuesto fue acusada sin ninguna prueba. Uno de sus primeros abogados, que le puso el Estado, le dice que ella es una “pagadora”, que todos saben que son inocentes pero alguien tiene que pagar porque tienen que rendir cuentas. Desgraciadamente la impunidad, entre muchas otras cosas, genera “pagadores” y ellos son simuladores de que la justicia sí funciona.

Esto me llegó de manera inesperada. Fue una sensación de verme en el espejo y decir “me pudo haber pasado a mí”. Esa sensación de vulnerabilidad fue la que me cimbró. No pude darle la espalda a esta historia, decidí que el silencio no era una opción.

Supongo que la historia de Miriam te llevó a conocer el caso de Adela y su hija. ¿Cómo decides que el documental tiene que ser sobre dos historias que se narran paralelamente y que tienen mucho en común?

Ya había decidido cómo se iba a contar la historia de Miriam; iba a ser un viaje de Matamoros a Tulum, recorriendo muchos paisajes de México y muchos rostros, además de conocer qué significa para ella haber pasado por una experiencia como ésta.

Tenía la impresión de que la historia no se iba a sostener sola, que necesitaba una segunda voz que la acompañara y arropara, un contrapunto narrativo para detener el road movie y poder entrar en la vida cotidiana de otros personajes.

Me interesaba contar la historia de una mamá que estuviera buscando a un hijo desaparecido, pensando en las miles de familias que están buscando a sus hijos en México. Llegó a mis manos la historia de Adela durante una congregación de payasos que vinieron de toda la república para marchar hacia el Zócalo; al frente iba una mamá vestida de payaso que reclamaba por una muchacha, Mónica Alejandrina Ramírez.

Fue importante conocer a Adela, una mujer con una fuerza grande y un amor profundo como el de cualquier madre, y sobre todo con claridad en el pensamiento. Yo también soy mamá, así que me resultó difícil ponerme en sus pies, imaginar lo que significa tener a una hija desaparecida, no saber si está viva o muerta. Es algo que me ha marcado.

El acercamiento que le haces a cada una es diferente. A Miriam prácticamente nunca la vemos. Con Adela es más directo, hay momentos que salen de forma natural. ¿Cuál fue el reto al tener dos acercamientos diferentes y juntarlos para que el documental se sienta completo?

Son dos historias que se tejen casi de forma paralela. Está contada, estética y narrativamente, de distintas maneras. Como tú lo señalas, en el caso de Miriam, nunca la vemos a cuadro, es su voz la que nos lleva de la mano y que nos hace vincularnos con ella. La decisión de no mostrar su rostro fue consciente; yo tenía la idea de vincular la voz de Miriam no a su rostro únicamente, sino a muchos rostros a lo largo del camino con la idea de poder transmitir que cualquiera de esos rostros podría ser Miriam y sucederle lo mismo. Eso hace que como espectadores seamos uno más de ellos y nos lleguemos a cuestionar lo primero que yo me cuestioné: esto me pudo haber sucedido a mí.

¿Qué fue lo que más te impactó a través de los testimonios de estas dos mujeres?

Las cosas que me parecen más importantes es la sensación de la orfandad en la que estamos inmersos, la falta de justicia. Es una película que habla de lo que la impunidad nos está heredando. Habla del miedo, de lo que significa en la vida de un ser humano. Nos hace cuestionarnos, ¿hasta dónde nuestro propio miedo nos ha detenido y paralizado para exigir y luchar?

Lo que más me emocionó en el proceso fueron las reflexiones que ellas hacen al final, que son muestras de resistencia. Adela decide despojarse del miedo y luchar hasta el último de sus días, por ejemplo. Para mí eso es una gran inspiración, una enorme demostración de la rabia, el coraje y la dignidad que necesitamos todos en México en este momento.

Por Eric Ortiz (@ElMachoBionico)

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