RMFF | ‘R100’: El juego del sinsentido

El primer cuadro de R100 (2013) nos advierte que lo que se verá a continuación es ficticio. A pesar de las apariencias, ni animales ni niños fueron lastimados durante la filmación. Todas las escenas se lograron mediante trucos en el montaje o, en su caso, efectos por computadora. Así arranca el juego de Hitoshi Matsumoto.

Triste e invadido por el aburrimiento de la vida, un hombre decide contratar el servicio de un club de bondagey así ponerle un poquito de picante al caldo. Las únicas reglas de su contrato son: ser siempre sumiso, y no cancelar antes de un año. El nivel de las prestaciones irá subiendo hasta invadir todas las facetas de su vida y, sobre todo, la seguridad de sus seres queridos. ¿O acaso es todo una ilusión?

Matsumoto crea en R100 un juego narrativo donde las expectativas de la audiencia son desafiadas mediante la ruptura del ritmo, el tono o el estilo. El error sería tomar en serio lo que muestra la pantalla o ponerse a buscar significados ante el flujo de humor negro. La cinta se pasea en el mismo campo de Funky Forest: The First Contact (Naisu no mori: The First Contact, 2005) o Symbol (Shinboru, 2009), también de Matsumoto.

Ya sobre esta última mi compañero Ricardo Pineda había apuntado: “La película es un exceso de posibilidades, un remolino de imágenes y situaciones; hay drama, hay ridículo, hay comedia, hay filosofía y más allá. Hay una película que juega con la percepción de la vida del ser humano, poniéndolo en controversia con el mismísimo creador.”

El delirio es el único hilo conductor, un delirio febril, divertido y tan carente de sentido como la vida misma.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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