Renfield y el absurdo de Drácula

El vampiro es uno de los mitos más recurrentes del terror folklórico. Su representación mantiene una vigencia que, más allá de tratarse de un ser nocturno que duerme en ataúdes y se alimenta de la sangre de los seres vivos, es capaz de instar retratos centrados en la inmortalidad, la obsesión amorosa o la venganza. Renfield: Asistente de vampiro (Renfield, 2023) retoma la existencia del conde Drácula desde el punto de vista de su asistente, un hombre extenuado de fungir como su leal empleado.

R.M. Renfield (Nicholas Hoult), tras trabajar por décadas como secuaz y auxiliar de Drácula (Nicolas Cage), decide concluir su relación laboral con su jefe, no sin antes enamorarse de la policía Rebecca (Awkwafina) e involucrarse de manera involuntaria con los peligros de la mafia en Nueva Orleans, Estados Unidos.

El realizador Chris McKay utiliza la voz en off para reafirmar las impresiones de Redfield a lo largo de su vida y colaboración con Drácula, entrelazando toques de irreverencia con tributos al Cine B y al enfoque clásico de los vampiros. Renfield atraviesa por una crisis existencial que lo lleva a cuestionar el narcicismo y los malos tratos de su jefe, expulsando sus rencores gracias a un grupo de autoayuda. Repasando los altibajos de su vínculo y el estrés laboral ante la tarea de proveer alimento a su amo para sanarlo, enfatiza con tintes paródicos al mecanismo de las terapias y los errores de la codependencia excesiva.

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A su vez, el retrato de la trayectoria profesional aborda las expectativas y las desilusiones. Rebecca busca ascender como policía y estar a la altura de su difunto padre, buscando sin éxito arrestar a los integrantes de un cartel local. La atracción romántica de Renfield hacia la mujer lo lleva a confrontar la maldad que él busca erradicar de su misma persona, llevándolo a ejercer su poder sobrenatural con libertad para traicionar a Drácula. Así, el guión de Robert Kirkman y Ryan Ridley recurre también al género buddy cop para recrear la lucha de sus protagonistas contra los alcances de la corrupción y el crimen organizado en medio de la sobrenaturalidad.

McKay lleva el absurdo de la comedia a niveles excesivos que remarcan la auto-caricatura de la figura del conde Drácula (Nicolas Cage divierte en su papel), acompañado por un gore extremo que remarca la naturaleza sangrienta de los vampiros y la torpeza en la ejecución de sus escenas de acción.

Aunque desordenada en su estructura narrativa, Renfield logra un entretenido periplo que entrevé los alcances de la toxicidad laboral, el redescubrimiento del valor personal y la vigencia del terror emanado por el poder vampírico.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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