En la parte final de la ópera prima de Panos Cosmatos, Beyond The Black Rainbow, hay una secuencia que presenta un escenario por excelencia del cine de terror: dos amigos de cabello largo escuchan metal en medio de la nada, mientras platican, beben cerveza y se drogan, antes de ser violentamente asesinados por el antagonista principal. Dicha escena no satura la pantalla de un color en específico –la paleta de color incluye mucho rojo, además de blanco y negro de alto contraste en el icónico flashback a los sesenta–, casi no usa el score de sintetizadores y progresivo de Jeremy Schmidt, así contrastando con el sentir onírico y psicodélico general de la película.
En Mandy, su segundo largometraje, Cosmatos continúa con su ya característico estilo visual y, sobre todo, la primera parte del metraje evoca al ritmo de Beyond the Black Rainbow; sin embargo, una vez que su actor principal Nicolas Cage toma el mando de las acciones, Mandy es una expansión total de la ocasional violencia de aquella cinta de 2010, aunque siempre se mantiene apegada a temas similares, a ese carácter de ensueño y alucinógeno, y a la riqueza sonora (ahora con score del recientemente fallecido Jóhann Jóhannsson y, por ejemplo, un tema de King Crimson) y visual. Tonos rojizos y azulinos, como si los colores del cosmos se reflejaran en los rostros de la pareja central, Red (Cage) y Mandy (Andrea Riseborough), y diversas secuencias oníricas (el rojo saturado también se hace presente) indican desde el inicio que estamos, otra vez, ante un cineasta que cuida a detalle cada toma y que eleva en todo momento una narrativa relativamente sencilla.
“Simplemente este es el tipo de películas que quiero hacer. Pienso que Mandy y Beyond the Black Rainbow son esencialmente filmes de trance. Se trata de crear una experiencia sensorial para la vista, tanto como entregar una narrativa que va de la A a la B a la C. Se trata de una sensación de inmersión. Este par de filmes surgieron al mismo tiempo y llegaron del mismo lugar en el que me encontraba emocionalmente, entonces pienso que se complementan. Ambos se desarrollan en 1983, que es para mí un reino mítico que surgió cuando era niño y no me dejaban ver películas de terror, entonces miraba las portadas y leía las descripciones. Cuando estaba creando Beyond the Black Rainbow y, al mismo tiempo, este filme, ejercité la idea de crear una de estas películas imaginarias, entonces para mí 1983 es un reino mítico de lo imaginario”, dijo Cosmatos en entrevista.
Una vez que nos adentramos al 1983 de Cosmatos, conocemos al culto liderado por Jeremiah (Linus Roache), quien extrañamente se obsesiona con Mandy y, eventualmente, la convierte en una víctima de su inherente locura. Beyond the Black Rainbow aborda la ciencia y lo espiritual, mientras que Mandy tiene un trasfondo que se apega más al aspecto religioso, pero los victimarios de ambas propuestas son similares, vueltos verdaderos monstruos asesinos tras perderse en un viaje psicodélico y creerse seres especiales; “yo he visto lo que otros no pueden ver, fui a otro mundo… tú no eres nada” le decía el doctor Barry Nyle (Michael Rogers) a su esposa en Beyond the Black Rainbow, al tiempo que Jeremiah en Mandy hace énfasis en haber sido salvado de la oscuridad por Dios y, por ende, no ser un simple pedazo de carne como el personaje de Cage.
“Parece que no puedo superar esta idea [risas], este tipo de sospecha hacia la gente que quiere tener todas las respuestas, especialmente espirituales. Hay algo sobre esto que encuentro venenoso y desagradable. Estas organizaciones que deliran y que son megalómanas, entonces me interesa la idea de cómo estas personas se ven a sí mismas, cómo estos hombres se perciben como algo superior al resto de nosotros”, afirmó el director y co-escritor de Mandy.
Es aquí donde entra el legendario Nic Cage para enfrentarse al demente culto de Jeremiah y a sus terroríficos matones aliados que montan motocicletas (conocidos como Black Skulls), encabezando un emocionante y disparatado filme de venganza que, por momentos, se aleja de la sutileza y lo enigmático de Beyond the Black Rainbow y de su propia primera mitad. Ese halo de misterio es remplazado por diálogo que se refiere a los antagonistas como “fanáticos de Jesús”, “hippies weirdos”, “crazy evil” y “weird shit“, y, ciertamente, por un intenso Cage que pasa del llanto al enfado en un instante, forja su hacha a fuego, se enoja porque los villanos le rompieron su playera favorita (en esta ocasión Cosmatos utiliza más el humor), se mete cocaína y prueba una droga psicodélica que lo lleva a un lugar similar a donde estuvo Barry Nyle en Beyond the Black Rainbow, y, de regreso del viaje, busca venganza con una motosierra entre sus armas.
Para Cosmatos, cuyas películas de venganza favoritas incluyen a Rolling Thunder y Death Wish 4: The Crackdown (“donde Charles Bronson básicamente enfrenta a un cártel de drogas completo de Los Ángeles”), “la génesis fue darme cuenta que me gustaba la idea de una película de venganza que girara en torno a la esencia de la persona que está siendo vengada. La estructura que mencionas es algo que evolucionó naturalmente con el tiempo. Trato de construir estas cosas capa por capa y luego las monto. La intención es crear un artefacto de la cultura popular que sea el equivalente a encontrar un extraño meteorito en el bosque. Y no pude haber encontrado un mejor actor para este camino raro que tiene que seguir el personaje. Entre mis películas favoritas están la comedia Vampire’s Kiss y Birdy, la cual es un estudio de personaje bastante delicado y gentil. Entonces sabía que no había algo que él fuese incapaz de hacer. Pienso que es un actor increíble”.
Entonces, Mandy se une fácilmente a la lista de mejores filmes de venganza y reafirma a Cosmatos como uno de los directores modernos a seguir, con un estilo único producto de la educación que recibió de su madre Birgitta Ljungberg-Cosmatos, una escultora de origen sueco, y de su padre George P. Cosmatos, director griego/italiano de, entre varias otras, las cintas ochenteras con Sylvester Stallone Rambo: First Blood Part II y Cobra. “Mi papá me enseñó a ser pragmático y a ser parte de la industria del cine, mientras que mi madre realmente alimentó mi lado creativo. Ambos son parte intrínseca de lo que me convertí y de lo que hago: una extraña forma híbrida”.
Por Eric Ortiz (@EricOrtizG)
Texto publicado originalmente en Revista Cinema Inferno.