Una de las virtudes de un cineasta eficiente es su productividad, lo cual suele interpretarse como seña de creatividad infatigable o pericia técnica envidiable. Sin embargo, cuando se hace tanto trabajo no existe un periodo de recarga, se deja de hacer algo realmente significativo para pasar a la satisfacción de una necesidad neurótica, una que desvía el caudal creativo a un sólido bloque que interrumpe el flujo y nos deja con una contemplación vacua o engañosamente hábil.
En Arirang (2011), el reconocido cineasta coreano Kim Ki-duk, conocido por su estilo sórdido y afecto a la polémica marginal desde impactantes filmes como Ag-O (1996), su gran debut, hasta la miseria sobreexpuesta y gratuita de filmes como Pietá (2012) o Moebius (2013), creó un documento que, como cualquier trabajo suyo, despertó fuertes reacciones entre la audiencia, ya sea un recalcitrante repudio o un tímido aplauso.
El trabajo en cuestión presenta un periodo en el cual el coreano se refugia en una casa internada en las montañas, después de haber filmado en 2008 la película Dream y estar alejado de la farándula arthouse durante tres años. Kim establece un diálogo narcisista con sus “sombras” y “egos” para construir una salida al estancamiento y profunda crisis que atraviesa.
El extremismo fílmico de Kim, propenso a la crueldad y la exageración miserabilista lo recluye a crear un documento fílmico que bien puede ser considerado como profundamente irritante, vanidoso y vulgar, pero la intención del director se mueve peligrosamente en la línea de lo ambiguo; su pretendida honestidad es tan falsa que bien podría tratarse de una sátira de las masturbatorias prácticas y monólogos de aquellos que se sienten “artistas” con una “sublime sensibilidad”.
Sea como una automisiva sincera o una sardónica burla a la vanidad, resulta interesante ver cómo es que Kim desarrolla y expande las aristas de una crisis, proponiendo una reflexión que es digna de discutir por su polémica y su innegable poder. En Arirang el caudal creativo se ahoga en sus propias aguas; lo que Kim busca aquí es una manera para evitar que eso vuelva a suceder. ¿Proyección vanidosa o genuino retrato del artista? Usted decida.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)
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