Hace un año perdimos a uno de los grandes actores en la historia del cine. Comprometido hasta con las peores películas en las que participó, Philip Seymour Hoffman fue un actor que entregó todos sus poderes a cada papel. Desde sus divertidas caricaturas en Mi novia Polly (Along Came Polly, 2004) y Juego de poder (Charlie Wilson’s War, 2007) hasta sus papeles monumentales en Capote (2005) y The Master (2012), Hoffman fue algo más que un profesional, algo más que un artista. Su trabajo era el de un artesano brillante y perfeccionista que desaparecía en cada rol. Más que actuar, él prestaba su presencia a espíritus que existían en la imaginación para conversar con su audiencia, para hacerlos encontrar algo de sí mismos en él. Hace un año su adicción a la heroína venció su cuerpo, pero su trabajo sobrevivirá como el testamento de un artista inigualable y extraordinario. En este video, el usuario de Vimeo Clabe Slain rinde un conmovedor y magnífico tributo a Philip Seymour Hoffman, difunto pero jamás olvidado.
