Dentro de los procesos históricos, la amnesia colectiva es uno de los males fundamentales que impiden el avance crítico de la sociedad y que perpetúan poderes imperiales a base de pura retórica y manipulación simbólica. Los engranajes de esta maquinaria del olvido siempre habrán de encontrar voces críticas, pero pocas tan agudas y certeras como la voraz acidez del gran escritor Gore Vidal, cuya vida es resumida, ágil aunque superficialmente en el documental Gore Vidal: United States of Amnesia (2013).
El documental de Nicholas D. Wrathall es reduccionista en lo que a la vasta obra intelectual de Vidal refiere, aunque el énfasis colocado en su posición como una celebridad ciertamente resulta interesante. La figura de Vidal es apenas escrutada a través de algunas entrevistas sueltas que le rinden pleitesía, aunque este acto se tope constantemente con una mueca de desaprobación por parte del mismo Vidal. Wrathall expone el trabajo de Vidal como soldado, escritor, brillante novelista de ficción histórica, descarnado guionista, flemático orador o anómala figura pública.
Tomando como eje narrativo las administraciones presidenciales de las cuales Vidal escupió lacerantes verdades en forma de sofisticadamente brutales diatribas, el documental aborda desde su decepción con la administración de su íntimo amigo John F. Kennedy hasta su desprecio por la amable imbecilidad del reaganismo, pasando por sus dos fallidas postulaciones al Senado. Wrathall presenta la visión de Vidal de la vida política como una de draconianas realidades revestidas de utópica ficción cosmética, enfatizando que la ideología de “Los Padres Fundadores” se basa en la protección de la propiedad. La cuestión aquí es que la amnesia que evoca el título no permite el uso del cuestionamiento crítico y simplemente lo toma como una divertida especulación.
La figura de Vidal como celebridad también es expuesta gracias a sus amistades y relaciones con figuras clave de la farándula de la segunda mitad del siglo XX como Jacqueline Kennedy, Paul Newman, Federico Fellini o los presentadores Johnny Carson y Dick Cavett, así como la exposición montada por el artista plástico italiano Francesco Vezzoli y sus circenses debates en televisión con el intelectual conservador William F. Buckley.
Sin duda, estamos ante una figura que rebasa la presentación académica, que mantiene detalles de su vida personal apenas visibles y que los deja más a merced de la especulación y la inferencia que a una explícita “realidad documental”. Gore Vidal es un personaje que rebasa cualquier representación, desdeñando los tonos elegiacos en pos de una irreverente indiferencia ante su propio legado. Esta época lo ha olvidado, el único lugar donde Vidal deja claro que quisiera estar es esa tumba, que al momento de hacer el documental no contaba con una fecha. Hoy, la amnesia domina, pero la aguda reflexión de Vidal queda como un contundente.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)
