Se suele pensar que la misoginia es un fenómeno atribuible exclusivamente al más recalcitrante machismo, cuando en realidad sus alcances no conocen limitaciones de tipo alguno. Independientemente del género, la misoginia se hace presente en un contexto cultural específico en el que la diplomacia de género ha alcanzado el discurso público, pero no el privado. Es aquí donde se despiertan una serie de reflexiones que provienen de una fuente no esperada: un filme que evidencia su falta de recursos, cotidianamente bizarro y burdamente cutre: The Wife Master (2012).
La historia de Bora, un desempleado hombre gay camboyano de 40 años cuya más grande aspiración es la captura de fotografías (vía camarita desechable Kodak) de hombres cuya musculatura puede ir de mesurada a anabolizada, con las que tapiza su cuartito de soltero. Ya sea en calurosos días de las playas de Long Beach o correteando güeritos en bicicleta, Bora, cual personaje de John Waters, sacia su impulso fetichista con una deleznable y pícara sonrisa en la cara.
Además de andar correteando res, Bora investiga compulsivamente las fechas de nacimiento de celebridades como Macaulay Culkin, Jennifer Tilly o Diane Keaton entre muchos otros, para conocer sus signos astrales, en busca de “Virgos” con los que cuales pueda generar un vínculo cósmico. Bora (Bora Soth) necesita dinero, el cual será provisto por su tío a cambio de que despose a una mujer camboyana por 10,000 dólares, a pesar de la renuencia de Bora, quien se halla en complejo proceso de blind dating, pero después, a complicar las cosas, vienen más y más esposas a medida que el dinero escasea.
El escritor Norith Soth y la cineasta Mich Medvedoff presentan un realismo kitsch que deshace la corrección política de género con desconcertante patetismo. Bora desprecia a sus esposas: la primera, Maly (Maly Seng), una dulce joven que acepta el maltrato conyugal con sumiso gesto, así como su segunda esposa, Boramey, que bien podría desbancar a cualquier participante de Flavor of Love o panelista de Rocío Sánchez Azuara, en rebosante vulgaridad y codicia.
Con valores de producción ínfimos, actuaciones inexistentes y un innegable ímpetu de generar la misma devoción que despierta algo como “Nollywood”, The Wife Master es una poligámica sátira cultural que se nutre de una superficialidad que rinde culto al físico y la celebridad, bajo la cual se halla reptando una devastadora misoginia, una que encuentra su plenitud fantaseando con el hombre y pisando a la mujer. Quien únicamente domina es incapaz de amar.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)
