Cinema Móvil Presenta: ‘Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero’

Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero (2014) se basa en un par de fórmulas que encontramos en muchas otras cintas que tienen a un conjunto musical como protagonista: el reencuentro de los miembros de la banda después de muchos años, así como la trama sobre el inicio de un grupo y su eventual éxito se hacen presentes. En consecuencia, no habrá ninguna sorpresa en una historia complaciente a más no poder, que recicla ideas, personajes, y momentos dramáticos. El color del rock mexicano podría ser la variante, pero cuando sales del cine pensando más en la populachera canción “El Venado”, una película que se jacta de ser una oda al rock n’ roll ha hecho algo mal.

Dejando a un lado su total carencia de originalidad, otro de los problemas centrales de Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero es su pobre aspecto musical. El filme nos dice que esta banda fue muy relevante hace 30 años, pero no existe una historia convincente detrás de Eduardo Reynoso, mejor conocido como Eddie Reynolds (Damián Alcázar). No se tuvo la imaginación suficiente para llevar la creación de una banda ficticia hacia algo más creativo e icónico que el típico conflicto provocado por el vocalista egocéntrico. Un par de canciones originales aparecen en el filme y no más.

Lo más curioso que ofrece la cinta raya en lo ridículo, sobre todo porque la narrativa central parte de aquí: Bono, el mismísimo líder de U2, encuentra en Irlanda un vinilo del sencillo Cheve en la Fiesta de Eddie Reynolds y Los Ángeles de Acero, y eventualmente decide contactar a la banda mexicana para negociar los derechos por la canción. El cameo de Bono (quien es interpretado por su “doble oficial”) pudo haber sido un detalle de farsa, pero es el hilo conductor de una cinta que si bien nunca se toma en serio, es demasiado cursi y amable con sus personajes.

Lo que parece ser un comentario sobre la nostalgia por los mejores años de la juventud, el estado actual de la música rock (“el rock ya no es negocio” dice el personaje del joven ejecutivo de una disquera), o la influencia de las nuevas tecnologías (como las redes sociales) en la industria, se convierte en una fantasía mediocre donde todo cabe y cualquier adversidad se resuelve fácilmente. Si la música del cincuentón Eddie ya es obsoleta no importa, la hija del baterista del grupo resulta tener la misma actitud de Miranda Cosgrove en La escuela del rock (School of Rock, 2003) y Drake & Josh para así “rejuvenecer” a la banda y hacer que las chicas “se mojen” con ellos.

De hecho, esta jovencita ofrece una actuación más convincente que la banda. Y es que el acierto más grande del director Gustavo Moheno es reducir drásticamente el tiempo en pantalla de Jorge Zárate (el bajista) y Álvaro Guerrero (el baterista) para la segunda mitad de la película. Sin carisma, y con diálogos forzadísimos y fuera de lugar que mencionan hasta al escritor beat Jack Kerouac, Zárate y Guerrero ofrecen un par de actuaciones para el olvido.

Alcázar, por su parte, no cambia mucho a lo que ha venido haciendo por décadas; su gracia principal es usar en un principio cabello largo y vestir como rockero urbano, pero el personaje es el típico egoísta que afecta a todos, desde su banda hasta su novia, antes de aprender la lección. Arturo Ríos, como el guitarrista, es el clásico “tío pacheco” y tiene los momentos cómicos más decentes. Con él, al menos se rescata algo del rock clásico, con referencias menos forzadas a leyendas como Jim Morrison y John Bonham de Led Zeppelin. Aunque cabe añadir que gracias al personaje de Ríos existe un lamentable cameo de Erando González como Carlos Santana.

Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero se queda lejos de ser una hilarante celebración de la música popular y no logra tener una identidad propia. Sí, ciertos elementos podrán ser netamente mexicanos, pero una película tan genérica como esta la encuentras en cualquier lado.

Por Eric Ortiz para @CinemaMovil_Mx

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