‘Las vueltas del destino’: Una catarsis familiar

Cuenta la anécdota que en más de una ocasión, al ser cuestionada sobre quién era su actriz favorita, Julia Roberts respondía un nombre que, seguro, también se ha deslizado por nuestros labios en más de una ocasión: Meryl Streep.

A pesar de la admiración de La Novia de América por la actriz más veces nominada a los Premios Oscar en la historia, ésta es la primera ocasión que tiene la oportunidad de compartir cuadro con ella. Teniendo en cuenta el estilo de filmes que estelariza Roberts era difícil que se diera un encuentro entre ambas actrices, pero en Las vueltas del destino (August: Osage County, 2013) las dos divas más queridas de Hollywood se ven cara a cara ofreciendo uno de los duelos actorales más memorables de todos los tiempos.

Hay que ser claros desde el principio; Las vueltas del destino no es como tal una película memorable, tampoco imprescindible, se vuelve necesaria por el nivel de calidad interpretativa y no sólo nos referimos a lo que hacen Meryl y Julia (ellas ya entran en las grandes ligas) sino del trabajo colectivo de todo el reparto.

En si, lo que nos viene a narrar Las vueltas del destino es la típica historia de telenovela en la que la familia es igual de disfuncional que los protagonistas en turno de un capítulo de La Rosa de Guadalupe. Claro, la diferencia recae en la seriedad y elegancia con la que se cuenta la historia evitando que raye en lo ridículo y burlesco. Sin embargo, los líos amorosos y discusiones de pareja están a la orden del día, poco faltó para que la protagonista fuera adoptada.

A partir de la desaparición del esposo de Violet (esplendorosa Meryl Streep), el clan familiar se reúne en casa de ésta durante unos días, desatando un compendio de rencores pasados y revelando uno que otro trapito sucio que altera la frágil atmósfera familiar. Todos los personajes en general están muy aprovechados con excepción de los de Ewan McGregor y Abigal Breslin (el esposo e hija de Roberts respectivamente), bastante desperdiciados y aun cuando hacen lo posible para no pasar desapercibidos.  El personaje de Mattie Fae (la hermana de Violet) a cargo de una agradecida Margo Martindale, aporta uno que otro momento simpático y el personaje de Ivy (hija de Violet) a cargo de una sorprendente Julianne Nicholson se lleva quizás uno de los momentos más impactantes del filme.

Claro que el centro de la película está en la matriarca de la familia, Violet, y su hija mayor Barbara (excepcional Julia Roberts que no entregaba un trabajo tan cargado de matices desde Closer), que siente que cada día es más parecida a su madre y esa idea la agobia. Además de lidiar con la aparente desaparición de su padre; Barbara tiene que enfrentarse a la venenosa lengua de su madre, que al ser adicta a las pastillas, va repartiendo hirientes frases contra todos sus seres queridos, impregnando un aura de rencor en el ambiente. Los diálogos emitidos por Meryl Streep van desde el humor más negro hasta la tragedia griega, siendo sus frases las responsables de catalizar emociones en el público. A raíz de todo esto se darán encuentros verbales en los que cada uno de los personajes sacará relucir sus propias miserias e irán cayendo en la cuenta del engaño en el que se han refugiado a lo largo de su vida.

El guión igual es de lo más destacado del filme, pues tiene frases y momentos sensacionales, sin embargo vale la pena aclarar que el guión está basada en la obra de teatro del mismo nombre, por lo cual los momentos geniales de la película son mérito del autor y del propio reparto. De no ser por esto, el largometraje hubiera pasado sin pena ni gloria como un telefilme más, pues a pesar de tener un libreto redondo le película resulta fría e impersonal, independientemente del trabajo histriónico, pues parecerá que el director incapaz de dejar su sello, dejó que el libreto fuera el que llevara la batuta del filme.

Las vueltas del destino es finalmente como asistir a una obra de teatro que puedes proyectar en la sala de tv en la  que los actores en turno dotan de vida a una película cuya emoción se va diluyendo conforme pasan los minutos. Increíblemente el clímax está situado a la mitad del filme, en una sensacional escena de 15 minutos en los que en una cena familiar todas las emociones contenidas hasta ese momento, hacen su aparición dejando una memorable secuencia. Lo malo es que después de esa escena, la función no vuelve a remontar el vuelo sino hasta sus últimos minutos.

La cereza del pastel es un inspirado reparto liderado por unas entregadas Meryl Streep y Julia Roberts, cada una de ellas dejando lo mejor de sí mismas en cada una de las escenas que comparten juntas. Nominar a Julia Roberts como Mejor Actriz de Reparto es algo subjetivo, pues realmente tanto ella como Meryl tienen el mismo protagónico, podríamos decir que la primera mitad es de Streep, a partir de esa secuencia de la cena la veterana actriz pareciera pasarle la estafeta a Julia, siendo ella la absoluta dueña de la segunda mitad.

Por Víctor López Velarde Santibáñez (@VictorVSant)

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