En ocasiones, las limitantes obstaculizan las vivencias del ser humano y muchas veces, el mundo rechaza aquello que le resulta ajeno a la normalidad. Las enfermedades que resultan desconocidas e incomprensibles para las personas son parte de un género cinematográfico como el drama que, además de recalcar la importancia de la confrontación de los síntomas y la aceptación de las condiciones difíciles del paciente, tiende a ofrecer vertientes sentimentales y manipuladoras.
Si bien Extraordinario (Wonder, 2017) aborda la convencionalidad de la superación personal sin importar los impedimentos físicos, también es una plausible perspectiva de individuos “inadaptados” que buscan ajustarse dentro de una juiciosa sociedad. Auggie (Jacob Tremblay), un niño de diez años con deformaciones faciales, ingresa al quinto grado escolar tras una vida en su hogar, con el propósito de integrarse a la vida social, donde aprenderá lecciones de vida sobre la amistad y la aceptación.
El realizador Stephen Chbosky se aleja del dominio del dolor o la pesadumbre que representa la inseguridad de la imagen atípica, para presentar a un joven con gustos propios de su edad (videojuegos, con una gran afición a la ciencia y a Star Wars), quien busca encajar en un círculo acostumbrado a la normalidad, paralelizando las ensoñaciones creadas a través del imaginario Chewbacca para infundirse ánimo y fortalecer su seguridad al visualizarse como el astronauta que desea convertirse en un futuro.
El relato, por instantes cursi, ofrece también una esencia didáctica deducible y digerible que insta a la empatía, a la aceptación de las diferencias y en las circunstancias que atraviesa el prójimo. Basada en el best seller de la escritora R.J Palacio, Chbosky, con un tono alentador, invita a la apreciación de la vida, con sus complicaciones y sus momentos óptimos, sin caer demasiado en excesos lacrimógenos que ofrecen los retratos del bullying y de los individuos que luchan contra la adversidad, como en El Gran Simon (Simon Birch, 1998).
Si bien la trama no se encuentra exenta de superficialidades en su aborde sobre el acoso escolar, el guion de Steve Conrad, Jack Thorne y el propio Chbosky rescata de manera redonda las problemáticas del núcleo familiar de Auggie, integrada por una sobreprotectora madre que busca rescatar su maestría tras años de descuidar sus ambiciones personales (Julia Roberts) y un padre relajado que hace lo posible por fortalecer el autoestima del hijo con la convivencia gamer (Owen Wilson).
La narrativa no únicamente muestra el punto de vista del joven y sus experiencias en el ciclo escolar. Alterna en las circunstancias personales de algunos integrantes del círculo social del niño, cada uno con dilemas existenciales. La adolescente Via (Izabela Vidovic), la tímida hermana mayor, guarda sus propios problemas como el primer amor y la frialdad de su mejor amiga, a causa de la atención que requiere el hermano y Jack (Noah Jupe), el primer amigo de Auggie (Jacob Tremblay constatando el talento mostrado en La Habitación), quien se debate entre mantener la cordialidad por educación o conversar de manera sincera para crear un vínculo, típicos del crecimiento individual.
Sin embargo, el buen equilibrio entre el drama y los momentos cómicos se ve afectado por los clichés que imperan en el desarrollo de la trama y del estereotipo de personajes que presentan una evolución acartonada, especialmente el de los estudiantes, entre ellos la pequeña vanidosa que se deslumbra por la farándula, el engreído joven que fastidia por todos los medios a causa de la envidia y la chica conciliadora de problemas.
Quizás Stephen Chbosky se distancia del despliegue de madurez, oscuridad y de buen uso de recursos narrativos de Las ventajas de ser invisible (The Perks of Being a Wallflower, 2012), pero con Extraordinario entrega una carismática, cálida y positiva lección sobre la amistad, los vínculos familiares y la búsqueda de aceptación personal.
Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)
