En el documental Won´t You Be My Neighbor? (2018), de Morgan Neville, se explora la vida del presentador de televisión Fred Rogers (1928-2003) y explica su fuente de inspiración como creador del programa Mister Roger´s Neighborhood, así como de los personajes que la integraban y su visión sobre la educación y la niñez.
Para Un buen día en el vecindario (A Beautiful Day in The Neighborhood, 2019), la realizadora Marielle Heller coloca a Rogers como un elemento secundario para reflexionar sobre la familia y el vínculo padre e hijo. El periodista Lloyd Vogel (Mathew Rhys) debe escribir un reportaje sobre el conductor para la revista Esquire, el cual lo llevará no únicamente a desarrollar una relación amistosa con él, sino a replantear sus dinámicas familiares y su rol como padre.
Basada en el artículo publicado por dicha publicación en 1998, el guion de Micah Fitzerman-Blue y Noah Harpster intercala el desarrollo del programa televisivo de Rogers con la perspectiva de Vogel y su ritmo de vida. El relato enfatiza en el dolor y la introspección a través de canciones, los personajes famosos del programa (Daniel uno de ellos) y las pequeñas maquetas que recrean ciudades y barrios, colocándolos como el medio de confrontación interna para Vogel, quien mantiene una relación ríspida con su padre Jerry (Chris Cooper).
Heller, evitando caer en el recurso melodramático, recalca con sutileza la paulatina transición del rencor de Vogel causado por rencillas de familia y el abandono paterno en la infancia hacia una reflexión instada por las conversaciones con Fred Rogers, reflexionando sobre su comportamiento con sus colegas, su relación con su esposa Andrea (Susan Kelechi Watson) y su hijo.
Creativo y fuera de la convencionalidad del biopic, el filme utiliza en un punto crucial al silencio y al ligero rompimiento de cuarta pared como una herramienta para contemplar los detalles de la vida y la capacidad para valorarla. Aunado a ello, enfatiza en el perdón a través de la debacle y el trance que converge el pasado de Vogel con los elementos del imaginario de Rogers y su show, recalcando una catarsis personal reflejada en el resultado final de su reportaje y el saneamiento del vínculo familiar.
Un buen día en el vecindario entremezcla el formato televisivo, guiños a la figura de Fred Rogers, sus creencias, reflexiones y la influencia de su programa educativo con el comportamiento de su protagonista, un adulto resentido por la turbulencia de su niñez, para ofrecer un mensaje discreto y didáctico sobre el perdón y la paternidad.
Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)