‘La noche del demonio 2’: Espantos de receta

En La noche del demonio (Insidious, 2010), Josh Lambert (Patrick Wilson) se introdujó al mundo del más allá para salvar a su hijo de las garras de un espíritu maligno, despertando en el proceso a los entes sobrenaturales que lo atormentaban de niño. Josh logró sacar a su pequeño y regresó a nuestro mundo, aunque no lo hizo solo.

Para La noche del demonio 2 (Insidious: Chapter 2, 2013) la familia Lambert se muda a casa de la abuela (Barbara Hershey) con la esperanza de seguir su vida en paz. Pero no será así, las apariciones, ruidos raros, juguetes que se mueven, puertas cerradas intempestivamente, les hacen sospechar que sus problemas no han terminado.

Publicitada como la última película de terror de James Wan -partirá a franquicias más verdes… Rápido y furioso 7-, la cinta es al mismo tiempo una demostración de los mejores momentos de Wan como director de género y de sus fallas.

Es admirable que cuando la mayoría se empeña en utilizar ostentosos efectos por computadora o litros y litros de sangre, Wan opta por controlar la hemoglobina y utiliza efectos especiales de la forma clásica. Dos puntos que hacían igual de disfrutable su El conjuro (The Conjuring, 2013) estrenada hace unos meses.

Las referencias a los trabajos clásicos del género a los que rinde pleitesía también están ahí: Carnival of Souls (1962), The Entity (1982), El resplandor (1980), etc. Ahora mezcladas con un poco de film noir y cine de policías para aumentar el interés en la historia.

Algunos podrían criticar a Wan por no mostrar algo radicalmente diferente a la primera entrega, pero ése no es su objetivo. En diversas ocasiones, el realizador ha dicho que su intención era hacer una continuación para ampliar la historia de la familia afectada. Casi podríamos decir que es una secuela para fanáticos, si no vieron la primera parte es posible que no comprendan lo mostrado en pantalla.

En su búsqueda por ampliar la historia, Wan y su guionista, Leigh Whannell, agregan diversas subtramas que por momentos se sienten forzadas o como un pretexto para darle a Barbara Hershey más tiempo de acción. Además agregan elementos que podrían resultar confusos, aunque hacía el final es notoria la intención de insertarlos para dejar la puerta abierta a una tercera parte.

Wan nunca ha sido muy original, pero tiene el respeto y la habilidad suficiente por el género para hacer de su trabajo algo disfrutable. Se sabe de memoria el recetario y lo aplica con pocas variantes.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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