M3gan y la explotación de la hipervigilancia

Los errores existen fuera de un sistema, de una estructura, de un plan. Calcularlos implicaría que forman parte de un corpus y no de sus fisuras. Cuando M3gan (Amie Donald) tira el vaso de agua sobre la hoja de papel que revela el dibujo que le hizo a Cady (Violet McGraw), se fractura la curva narrativa que propone Akela Cooper, James Wan y Gerard Johnstone: si M3gan es un algoritmo que se nutre de constantes variables, se vuelve complicado pensar que antes de una emoción está una intención, un plan razonado que implica su propia liberación. En todo caso la falla siempre abre interrogantes: ¿Es posible que la inteligencia artificial sea consciente de sí misma? Si se suman los lenguajes de programación más completos en un algoritmo que toma decisiones y aprende de las mismas, es posible que tenga voluntad?

En su segundo trabajo Gerard Johnstone desglosa un progreso exitoso en la creación de una muñeca que romperá el mercado y las estructuras del entretenimiento y; al mismo tiempo, un proceso en detrimento de lo social que encumbra el individualismo. M3gan es una muñeca robot con forma humana personalizable impulsada por inteligencia artificial. El nuevo siglo trajo interrogantes éticas detonadas en décadas anteriores (Karl Popper, Objective Knowledge, 1972) y que fueron tomando cuerpo en distintas ficciones como El hombre bicentenario (Chris Columbus, 1999), Matrix (Hermanas Wachowski, 1999) o Yo Robot (Alex Proyas, 2004).

Johnstone, Peter MacCaffrey y Simon Rabi proponen una paleta de colores muy similar a After Yang (Kogonada, 2021) y una especie de contraargumento a la bondad rousseauniana de Yang (Justin H Min). ¿Qué pasa cuando una inteligencia artificial busca su cumplir su objetivo sin reparar en los medios para conseguirlo? ¿Qué pasa cuando una inteligencia artificial busca subsistir en los espacios humanos a toda costa?

m3gan002

La premisa de M3gan se desencadena en códigos de suspenso y terror, pero abrevados por la comedia. Es curioso que los diálogos a los que más le presta atención la película, hayan sido a los que buscan salirse del tono de la misma. La atmósfera de terror de M3gan se expande en el espectro de las maternidades en donde la angustia aprieta las mandíbulas en las decisiones de cuidado y responsabilidad: ¿Cómo hacerse cargo de una niña que no es deseada y que interpela la forma de vida que se ha construído? ¿Qué implica formar, educar y amar a un niño? ¿Qué pasa si nuestras decisiones son equivocadas? ¿Estamos obligados a amar a un niño sólo porque llega a nuestras vidas?

El capitalismo y su posmodernidad son estructuras echadas a andar forzando la máquina con esteroides. Todo crece descomunalmente, todo es colosal: la velocidad y la cantidad no son suficientes: siempre se necesita más. El terror al vacío es inmenso, tanto como la necesidad de llenarlo. Recordar la sencillez de una hoja afilada y los impulsos malignos (Child’s play, Tom Holland, 1988) son una herramienta para pensar M3gan, pero pareciera que no son suficientes. Las conversaciones de la segunda década del siglo veintiuno giran en torno a la ansiedad, al control, a la paranoia, a la depresión y a la culpa; y son precisamente éstas las que generan más ganancia.

Un muñeco diabólico pasado por el tamiz de la ciencia y el progreso, hace que se vuelva una muñeca tan invencible como en el universo de Avengers. Presos del miedo progresista, sumergimos nuestra creaciones en cloro para quitarles la grasa y la suciedad que en algún momento nos mostraron otras formas de conquista –¿es posible alcanzar la completa virtud? ¿Es deseable? M3gan se desenvuelve en la pulcritud, en los colores brillantes, en la asepxia y en la corrección enmascarada. M3gan no puede aspirar a la brujería o a la maldad, porque sólo describe un proceso en el que estamos sumergidos, uno en donde la tecnología y el terror al abismo nos impiden ver más allá de nuestras propias miserias y nuestro regocijo en ellas. M3gan no se permite errores y es precisamente ahí en donde su búsqueda de trasgresión se vuelve tan delgada, como la piel que habitamos.

Por Icnitl Ytzamat-ul Contreras García (@mariodelacerna)

    Related Posts

    ‘Cuando las luces se apagan’: Oscuridad fugaz
    Cinema Móvil Presenta: ‘El conjuro 2’
    Cinema Móvil Presenta: ‘La noche del demonio 3’
    ‘Rapidos y furiosos 7’: La erección del motor
    The Rock busca venganza en esta parodia de ‘Bambi’, de SNL
    Nuevo trailer de ‘Rápido y furioso 7’