‘La chica desconocida’ y los crímenes del primer mundo

Miles de migrantes llegan todos los años a Europa buscando seguridad y una mejor vida lejos de su tierra natal. Explotados durante años por el primer mundo, éste parece cerrarles la puerta por miedo a perder sus privilegios. El hombre blanco aprovechó su poderío durante años y construyó la prosperidad con la sangre de otros que no tuvieron la suerte de nacer en la geografía correcta. La xenofobia corre rampante en el viejo continente porque, como supone la ex-candidata presidencial francesa nacionalista, Marie Le Pen, “algunos llegan para robarse el papel tapiz de tu casa”.

Los dos trabajos más recientes de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne están dedicados a dicho tema. En Dos días, una noche (Deux jours, une nuit, 2014), una obrera con problemas psiquiátricos (Marion Cotillard) tenía el tiempo dictado por el título para convencer a sus compañeros de trabajo de renunciar a una bonificación y así conservar su trabajo. El trágico desenlace de la cinta llevaba al jefe de la planta a tomar la decisión de despedir a un trabajador inmigrante (sin otra forma de sustento o asistencia social) para contratarla de nuevo, después de todo ellos son sacrificables. La idea de cómo Europa trata a los recién llegados (e históricamente a sus ancestros) estaba ahí, aunque sólo se manifestaba en la última recta.

La chica desconocida (La fille inconnue, 2016) no se anda con rodeos y pone el tema en el centro desde los primeros minutos de su metraje: una joven médico (Adèle Haenel) está a punto de cambiar de oficina, un consultorio en un hospital más grande la espera; en una de las últimas noches de su actual consulta, una chica golpea la puerta a deshoras y ella decide ignorarla, su turno terminó después de todo. A la mañana siguiente descubre que la joven fue asesinada, es una inmigrante africana; el caso seguramente quedará cerrado porque nadie sabe quién es y ella no cargaba con identificación alguna. El remordimiento llevará a la joven doctora a iniciar su propia investigación.

La cinta está estructurada a la manera de un thriller de investigadores privados, aunque, en este caso, la mente principal detrás de las pesquisas no es una mente maestra a la manera del infalible Sherlock Holmes, sino una chica llena de torpeza y buenas intenciones (como la tibia socialdemocracia europea, bonjour monsieur Hollande!). Los Dardenne se encargan de regar las pistas con cuidado, hasta descubrir el misterio del asesinato casi, casi por inercia. De esta manera, las figuras van tomando su lugar: nuestra detective como esa parte de Europa que ve a los migrantes con los mismos ojos que a un perrito callejero, sin hacer nada realmente para ayudar; el asesino, quien les saca provecho hasta la muerte, aun si ésta no fue premeditada; y el entorno social, poco preocupado por resolver la situación mientras le puedan sacar provecho y no tengan necesidad de ver el problema a los ojos.

La sutileza de los Dardenne para poner los temas en imágenes se difumina por la extensión de la película. La acción se dilata y la protagonista parece, a ratos, perdida en un loop, donde las acciones se repiten una y otra vez, restándole fuerza al mensaje principal. Sin embargo, el tópico central de La chica desconocida no podría ser más vigente y el problema promete empeorar en los próximos años hasta desbordarse y provocar una crisis.

¿Cómo resolverá el primer mundo sus crímenes antes de ser engullido por las deudas que carga en la cartera?

Por Rafael Paz (@pazespa)

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