‘Jack Ryan: Código sombra’: El cerebro también es un músculo

Jack Ryan: Código sombra (Jack Ryan: Shadow Recruit, 2014) está inspirada en el protagonista de varias novelas del escritor norteamericano Tom Clancy. El personaje ya había sido interpretado por Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck en películas como La caza del Octubre Rojo (1990), Juego de Patriotas (1992) y La suma de todos los miedos (2002). Código sombra sirve como una especie de reboot de la franquicia de Ryan, que en está ocasión es interpretado por Chris Pine.

La cinta es un thriller político, ubicada en la época actual y que narra la carrera de Ryan en el cuerpo de Marines de los Estados Unidos y después la CIA, a partir de los ataques terroristas en las Torres Gemelas, pasando a su servicio en Afganistán, hasta su ingreso a la CIA, como un analista encubierto dentro de una firma de Wall Street.

Ryan tiene un trabajo puramente teórico, basado en su gran inteligencia, que no requiere de acciones en el campo y le ha permitido llevar una vida tranquila junto con su prometida Cathy, interpretada por Keira Knightley, con todo y acento. El personaje interpretado por Chris Pine descubre un gran número de transacciones misteriosas que lo llevan a Rusia y lo colocan en medio de un complicado plan para sumir al mundo, y sobre todo a Estados Unidos, en una segunda gran depresión.

El personaje principal no es un héroe de acción, al menos eso es lo que nos repiten varias ocasiones en la cinta. Jack Ryan es diferente a Jason Bourne o James Bond, no puede asesinar a alguien, sacudirse el polvo y bajar al bar a tomar un coctel. Pine logra mostrarse sacudido, asustado y fuera de su elemento, como le corresponde a su personaje, la mayoría del tiempo. Esto le da a la primera parte de la película un fuerte sentimiento de realismo y tensión que desafortunadamente desaparece por momentos al final.

El director Kenneth Branagh empieza a tejer la trama de terrorismo internacional de manera convincente, con los personajes principales realizando acciones que parecen completamente verosímiles dentro del contexto. Pero conforme avanzan las escenas se empiezan a colar elementos exagerados o momentos clásicos de una película de acción, como la damisela en peligro, que alejan a la cinta de la tensión que venía trabajando. Esto en mi opinión afecta de manera negativa al filme.

El personaje es un analista talentoso e inteligente, con poco tiempo de entrenamiento y nula experiencia como agente de campo. Aquí uno de los más grandes problemas de la cinta: la inteligencia de Ryan no es explotada lo suficiente, todo el elenco la menciona constantemente, pero no hay un momento que demuestre porque el personaje es tan excepcional.

La película es un buen thriller político, tiene buena acción y la trama es interesante. Pine hace un buen papel y logra resaltar elementos de su personaje que lo hacen parecer un ser humano cualquiera puesto en una situación extrema. Sin embargo, la cinta pudo ser mucho mejor si no se perdiera la brújula por momentos, alejándose de la intriga internacional, dejando el ambiente tenso y realista para caer en elementos comunes de otras películas de acción que se sienten fuera de lugar.

Por Xavier R. Vera (@SoyXavito)

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