‘Talentos ocultos’: Coloreando con números

Hay una gran cantidad de anécdotas en la historia que perciben como curiosidades, más que como trascendentales eventos. Sin embargo, cuando el presente escarba en el pasado, tales anécdotas se convierten en plataformas que pueden impulsar o fortalecer agendas políticas y sociales. Justo lo que pretende hacer Talentos ocultos, el más reciente largometraje de Theodore Melfi, quien hace un par de años hiciera la olvidable St. Vincent (2014).

La película, nominada al Oscar como mejor película, se basa en la historia de un grupo de mujeres afroamericanas que en los años 60 ayudaron a calcular trayectorias que aventajaron a Estados Unidos en la carrera espacial contra Rusia, naciones que solían tener una rivalidad más acérrima que la de Shanik Berman y el Cibernético, aunque ahora tienen un affaire tan cálido que derrite las memorias de la Guerra Fría.

Teniendo como figura principal a Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), una brillante matemática, la película se centra en las relaciones raciales de los Estados Unidos de la posguerra con una tónica políticamente correcta y rebosante en sobriedad en todos los aspectos: formal, narrativo y actoral. Más diplomacia historicista disfrazada de cine.

¿Es mala la diplomacia o la corrección política? En lo absoluto, pero su presencia no debería neutralizar más que permitir a la obra tener personalidad y frescura. La amena rigidez que está presente en el resultado final no oculta la falta de espontaneidad, ésa sí más notoria, de, por ejemplo, Historias cruzadas (The Help, 2011), cuyo ensamble actoral fue, por mucho, más potente que el de Talentos ocultos.

A pesar de ello, el desempeño del reparto es eficiente y correcto, con cada de uno de los actores coloreando dentro de las líneas marcadas. Taraji P. Henson, quién hace poco se catapultó a la fama como la avasalladora Cookie de la serie Empire, lidera a las actrices con gracia y sutileza, siendo apoyada por una Octavia Spencer sólida aunque de poco impacto, y la bella, pero desaprovechada, Janelle Monae.

Haciendo contrapeso blanco están Kevin Costner, exhumando ecuanimidad y prudencia, igual que Jim Parsons y Kirsten Dunst, quien actua super bitchy porque… racismo. Talentos ocultos no es una película particularmente aguda ni reveladora sobre las relaciones raciales en Estados Unidos. No obstante, la coyuntura actual de ese país, que despide el régimen de Obama y recibe el de Trump, permite que estos “talentos” tomen vigencia, pero no trascendencia. Al final, tristemente, la estrella es el que llegó a la Luna y no quién lo llevo ahí.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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