Ven y mira, parece ser la frase que tuvo en mente Alex Garland al realizar Guerra civil (Civil War, 2024), una película cuyos mecanismos de ficción parten de una tensión latente no solamente en Estados Unidos, sino en todo el mundo y esto hace, de entrada, que su relato –cuya tensión es progresiva y constante– sea eficaz para despertar inquietud. Incluso utilizando su opacidad para acentuar esa sensación de desconcierto y perturbación. Garland, de forma hábil y escurridiza, no se preocupa en construir un mundo o una “narrativa” más allá del núcleo de cualquier guerra, independientemente de sus motivos: la confrontación de dos bandos.

Aquí lo que menos interesa son los móviles y las causas del conflicto, algo que funciona como un eco preciso de la aguda sensación de enojo y agresión que recorre a la sociedad civil en el mundo. Guerra civil renuncia a la tentadora iconografía del desastre: no hay ninguna toma de la Estatua de la Libertad siendo demolida por rebeldes, del Monte Rushmore devastado por detonaciones o de míticos puentes llenos de coches abandonados, solo al final hay una escena en la que se aprecia una detonación dentro del monumento a Lincoln en Washington, pero hasta eso, la forma es más corriente que espectacular. El interés de Garland no radica tanto en la destrucción de un espacio más que en la destrucción de la psique.

Como ya decíamos, tomando como un referente claro la película de Elem KlimovVen y mira (Idi i smotri, 1985)–, Garland satura el audio de su película, busca ensordecer al espectador en momentos críticos para transmitir la ruptura interna experimentada por sus protagonistas: un grupo de periodistas que busca llegar a Washington para poder entrevistar al Presidente de los Estados Unidos en medio de un conflicto apenas bosquejado. Hay una escena precisa que resume claramente esa intención de vaguedad: la jóven fotógrafa Jessie (Cailee Spaeny) le pregunta a dos jóvenes vestidos en uniformes militares –que no parecen soldados– a mitad de un tiroteo en una abandonada villa navideña a quién le están disparando. Los jóvenes le responden que apuntan a quién los quiere matar, sin despegar el rostro de la mira.

Esa incertidumbre es efectiva porque es fundamental para mantener la tensión a lo largo de la película. Cuando no sabemos quienes son aliados o enemigos, tanto los espectadores como los mismos personajes de la película se mueven con suspicacia y paranoia, efecto mejor logrado que en el desbordamiento narrativo de Men: terror en las sombras (2022). Es incierto decir en qué bando están los personajes que los periodistas van encontrando a lo largo del camino, si se trata de rebeldes, fuerzas separatistas, paramilitares o algo más, todo parece reducirse a la pregunta que hace el personaje de Jesse Plemons en uno de los momentos más tensos de la película: ¿Qué tipo de americano eres?

civilwar0002

Una falta de perspectiva puede llegar a distorsionar lo que se mira y si es que hay una postura política en la película, ésta es la de un claro anti oficialismo, considerando que el Presidente (Nick Offerman) antagoniza con las llamadas “Fuerzas Occidentales”, una alianza formada principalmente por Texas y California que busca, principalmente la destrucción de la figura presidencial. Esto resuena claramente con el clima electoral actual en Estados Unidos y el rechazo que sus figuras partidistas generan –fenómeno que no nos resulta ajeno en México– aunque la película no ahonda en la fuente de esas tensiones. Lo único que nos deja ver al inicio es la forma en la que el Presidente ensaya un discurso sobre la más grande victoria obtenida en la Historia de la Humanidad, mientras trata de disimular su desencanto.

La transmisión de ese discurso nos lleva al cuarto donde se hospeda la fotógrafa y periodista Lee (Kirsten Dunst), una mujer que ha aprendido muy bien a moverse en los escenarios de guerra y usar su cámara como el único medio expresivo que le queda frente a una abrumadora depresión y estrés post traumático. En el lobby de su hotel, que constantemente padece de apagones, se reúne con sus colegas Joel (Wagner Moura) y Sammy (Stephen McKinley-Henderson) con quienes decide emprender un complicado y atípico road trip a Washington para realizar, la que probablemente sea, la última entrevista hecha al Presidente de los Estados Unidos.

Si en Ex Machina (2015) ya se abordaba la artificialidad de los sentimientos y la autenticidad de lo que es “humano”, la aguerrida defensa que la película hace al periodismo, y particularmente a las imágenes que su ejercicio genera, es resultado de fenómenos recientes en los que la manipulación de material audiovisual a través de diferentes herramientas de inteligencia artificial nos hace cuestionar su veracidad. En ese sentido, Garland trabaja meramente sobre imágenes funcionales, aparentemente sin búsqueda de preciosismo alguno y que ante todo, persiguen una sensación de realismo de una forma similar a la que lo hacen sus personajes, una buena imagen será la que registre la cámara y en la que no muera quien la registre.

Hay un momento en el que Lee le dice a Jessie que una foto que tomó “hará una muy buena imagen” aún si no sabemos exactamente para qué es lo que esa imagen en cuestión será buena. Lo mismo se podría decir de Guerra Civil, que ciertamente es una película lo suficientemente competente para mantener la tensión, entretener y contar con un notable desempeño por parte de su ensamble pero que figura menos como mensaje antibélico. Quizá el propósito es hablar de un conflicto del que las causas ya se olvidaron o ya no importan, como aquel que desangra el Medio Oriente.

Para Garland, los detonantes del conflicto son intrascendentes porque lo importante son sus consecuencias, una decisión que ayuda a la película pero no a sus intenciones. Las imágenes que han provenido de Ucrania o Palestina, e incluso desde Auschwitz, Nagasaki o Hanoi debieron habernos enseñado ya, y de sobra: la guerra es mala. En la mente de Garland quizá necesitemos una ficción más para finalmente entenderlo. Ya fuimos, ya vimos… ¿ahora?

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

    Related Posts

    Sentir el cine: un listado honesto del 2018
    ‘Aniquilación’: Fractal genético
    ‘El seductor’ y los conflictos del deseo
    ‘Hambre de poder’: La avaricia y la gula
    ‘Capitán América: Civil War’: Más sabe el diablo
    Persecuciones y poderes extraños en el avance de ‘Midnight Special’