‘Capitán América: Civil War’: Más sabe el diablo

¿América o Chivas? ¿Lennon o McCartney? ¿Marvel o DC? Quién soy yo para otorgar una respuesta correcta, no soy un tirano que se aferra a un bando por completo, pero puedo observar cierta constante: la división parece presentarse como un elemento potenciador del entretenimiento.

Inevitablemente, la segmentación me ha invadido como espectador y al ver la más reciente producción de los hermanos Russo (décima tercera entrega del Universo Cinematográfico Marvel) me resulta imposible no compararla con otras franquicias intentando competir con un monstruo. Dicho esto puedo atreverme a decir: nadie hace películas como Marvel. Lo que antes me resultaba excesivo, ahora puedo digerirlo y comprender que se está redefiniendo el lenguaje visual y narrativo. Con esto no quiero decir que esto sea correcto o que se esté realizando de modo impecable, si no que la única casa que muestra una creciente evolución y entendimiento de su mercado es aquella que aloja a grandes héroes como al Capitán América y Iron Man.

De forma gradual, Marvel parece estar aprendiendo factores como el balance de apariciones de personajes en pantalla, el ritmo perfecto de secuencias de acción (puedo afirmar que esta película posee los mejores 20 minutos de batalla en la historia de los super héroes del celuloide) y sobre todo, el manejo de una marca con una perspectiva de mercado infinita. Si bien, el número de actores es elevado, de cierta forma el guión logra darle su debido peso y retribución a cada individuo.

Espero que como sociedad consumidora del “Cine del Super Poder” hayamos llegado a una etapa de comprensión en la que tomar como canon un cómic o novela gráfica para llevarlo a la pantalla grande no significa que pueda realizarse al pie de la letra. Aunque, resulta engañoso utilizar el título “Civil War” y vender una película de los Vengadores más que de Steve Rodgers.

Cuyo personaje principal parece perderse en la trama junto con su carisma y motivaciones un tanto melosas en contraposición a la problemática del cuadro en su totalidad. Lo anterior mencionado puede observarse bajo una lupa esquizofrénica, en la que ante una división tanto social como política, las posturas que defienden a las garantías individuales se ven opacádas por las reglas de superioridad impuestas por el estado, no sé, tal vez me equivoqué de ensayo.

A final de cuentas, Marvel pone el ejemplo y entrega lo que consideraría una de las mejores piezas (con sus debidas tribulaciones) en su línea de tiempo hasta ahora. Invitándonos a comenzar a desprendernos del pasado y abrazar lo que está por venir a manos de elementos nuevos y brillantes, sin importar que se trate de un adolescente araña o un joven príncipe vestido de pantera.

Por Oscar Rodríguez (@sadpizza)

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