FICUNAM | Q&A: Ernesto Méndez sobre Soy Yo, Charlie Monttana

Sin duda, Charlie Monttana es una de las grandes figuras de la música popular mexicana, su aire de rockero angelino y su actitud desparpajada lo han llevado a mantenerse como ídolo de un segmento del público mexicano que ama la música más rasposa y con sabor de barrio. Un atípico integrante de la competencia mexicana del décimo Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM).

Soy Yo Charlie Monttana (2020), del cuequero Ernesto Méndez, nos lleva a recorrer varios años en la vida del cantante, la grabación de un disco, su crecimiento como padre y las tribulaciones propias de una estrella del rock. El documental es un retrato honesto sobre su figura, un retrato sin tapujos o falsas posturas. De eso y más platicamos con su director, a continuación reproducimos la charla:

¿Cómo entraste a la vida de Charlie?

Ernesto Méndez (EM): Estudié economía, luego letras, no acabé y terminé estudiando en el CUEC. Un amigo al que le gusta el mal llamado rock urbano –porque en realidad es rock nacional, no entiendo las etiquetas–, cuando teníamos 15-16 años, ponía siempre a Charlie Monttana, desde entonces me llamó la atención la inteligencia de sus letras, el humor, era muy chistoso y muy ágil. Usa el lenguaje de una manera muy poderosa, algo que destaca muchísimo comparado con otros letristas, hasta con El Tri. No me sentí tan identificado con otro rockero mexicano, como con Charlie. Sus letras son sinceras, aun sin métrica o sintaxis. El poder ahí está.

Estando en el CUEC, me reencontré con el mismo amigo y él me dijo “¿nunca pensaste hacer un documental de Charlie Monttana?” Pensé que no estaría mal. Estaba estudiando, era fotógrafo asiduo, siempre cargaba con mi cámara en los peceros, en el metro, en la calle. Esta pasión por las calles me encontró con Charlie.

La estudié como un año, escuchando discos, leyendo entrevistas, mirando videos. Me fascinó el personaje. Cuando me sentí preparado para platicar con él sobre sus etapas como creador, fui y lo busqué en un evento. Lo paré y le dije: ‘Charlie, quiero hacer un documental’. Tenía escrito un proyecto, mis ideas generales. Un documental personal, una especie de respuesta a la imagen pública que dejó el reality show. La de un borracho disoluto llamado Charlie Monttana. Como fan no me parecía justo que esa fuera su imagen pública. ¿Cómo es posible si este tipo es mucho más que eso?

Le propuse empezar grabando audios, porque quería a través del sonido ir construyendo la narrativa del documental. Sobre la marcha me di cuenta de qué funcionaba y qué no. Con Charlie hice un trabajo de sonido de muchas horas, 12 horas inéditas de charla. Nos fuimos conociendo. Me empezó a llamar para que fuera a grabarlo. Fue como se ve en el documental: yo con mi cámara persiguiendo a Charlie. Así fue.

Lo difícil fue poner orden a esas 100 horas de material con la vida cruzada, mi madre tuvo cáncer, me dejó mi esposa. Todo lo que uno tiene hacer por vivir y editar un documental. Fue un ejercicio de voluntad, de fuerza del espíritu, tenía que hacer algo con mi vida. Esas vivencias de filtraron en la edición, para irlo puliendo mis amigos fueron muy importantes, ellos vieron los 9 cortes de la película. El primero duraba 3 horas y media, era delirante, sin narrativa.

Vi que lo más sólido era la parte familiar, la introspección de Charlie. Fue un proceso sinuoso y complicado, lo importante fue que estaba el material, la carnita, fue cosa de acomodarlo.

¿Qué hace valioso a Charlie dentro de nuestra cultura?

EM: Charlie es cultura viva. Es algo muy bonito. Fui a Europa hace poco y sentí que todo estaba muy muerto, dentro de vitrinas, pulido. Contrario a todo lo que rodea a Charlie, sus fans. Es muy bonito cada vez que voy con Charlie a comer o a un café, sale toda la banda de la cocina a pedirle fotos. Está en las calles. Vamos por la calle y la señora de los tamales lo alcanza. No es algo a lo que se le hace exégesis en una academia, al contrario, está a flor de piel.

Para mí, la gran riqueza de Charlie es la lírica poética de sus letras. Mucho humor, mucha crudeza, mucho Charlie. Es un tipo que puede estar hablando de cosas muy profundas y de repente suelta una broma quirúrgica. Es muy honesto, simplemente es. Me fascina.

¿Qué piensas de la selección de la película en FICUNAM?

EM: Cómo está el mundo del cine, FICUNAM es de lo más populachero que hay. Muchos estudiantes vienen de toda la ciudad, es un público más abierto a otras propuestas. No nada más a cosas comercialonas producidas por Televicine o los grupos de poder de círculos muy pequeños. El FICUNAM al estar en la UNAM no puede ser así, no puede ser un festival gremial. Es un festival abierto, plural, las 13 películas en competencia son películas extrañas, variadas.

Los que hicieron la curaduría tienen una conexión muy importante con la realidad del país. No la tiene Morelia, Guadalajara o los demás. Es gente interesada en ver a un nivel más abierto lo que sucede cinematográficamente en el país. No es sólo el fetiche de hacer cine, es cultural. Eso vieron en Charlie, en la película. No es un objeto sólo con valor cinematográfico, por y para el cine, va más allá.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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