‘El Vengador Tóxico’: El sucio heroísmo de la venganza

En el botadero la encuentras comoEl Vengador Tóxico: El Primer X Men.

Pregunta por ella así: ¿Tiene Pumping Iron o un vídeo de ejercicios de Jane Fonda? o “Me dijeron que en la compra de mi Pato Purifiq me darían un premio especial”

Valor Agregado: Un soundtrack digno de cualquier colección trashy de los 80 con clasicazos como Body Talk.

El cáncer social somatizado.

Cada héroe es el retrato de la sociedad que lo crea, el mito que lo rodea, su proceso de formación es el reflejo más fiel y a veces cruel de su entorno. Para una sociedad deformada, grotesca y obsesa, un héroe de la misma tesitura. Una sociedad que raya en los límites de lo abiertamente obsceno pero escalofriantemente real, que ni el mismo Bob Kane o Frank Miller hubieran podido imaginar, vaya hasta a Stan Lee se le encogerían los calzones ante la presencia de un héroe tan distópico como el que atañe el presente texto: El Vengador Tóxico.

…y además ayuda a los discapacitados (suspira).

Producto de la fértil imaginación de Lloyd Kaufman (que parece ser nutrida de estiércol) el nombre del Vengador Tóxico se ha encontrado íntimamente vinculado al mundo de Troma, ya todo un subgénero que se ha formado de una ferviente base de culto gracias a un estilo desgarbado, agresivo y salvajemente anárquico (Opus Dei, favor de abstenerse).

La historia gira en torno a un pequeño poblado a las afueras de Nueva York, pasando los basureros de la ciudad a la izquierda, llamado Tromaville el cual se encuentre regido por una bizarra mezcla de corrupción, crimen… vigorexia y la cultura del fitness.

“Por eso nunca voy al gimnasio.” Creatividad Sádica.

El Vengador Tóxico es una película de superhéroes que sigue las reglas impuestas del género incluso antes del boom del mismo, que se diera a inicios del 2000 con X Men y Spiderman, tomando a un inadaptado social que bordea en el más perturbador retraso mental, un mozo llamado Melvin sufre del acoso de un grupo de back ups de Salvados por la Campana en el gimnasio en el cual trabaja y al modo de Carrie , después de una broma en la que termina sodomizando a una oveja, salta por una ventana cayendo directamente a un barril de deshechos tóxicos que se encuentran ahí por que los conductores del camión decidieron echarse un toquín que hace parecer a Cheech y Chong catequistas.

La Grotesca Vigorexia y sus consecuencias.

A partir de este momento veremos reivindicada a una serie de personajes honestos y nobles de las más funestas y variopintas obras de una perversión cómicamente realista, que incluye a un mórbidamente obeso alcalde con manejos sucios, un grupo de jóvenes que atropellan niños para obtener placer sexual, ladrones extremadamente teatrales y sádicos, asesinato de perros Golden Retriever, brutales golpizas a ancianas y abuso a personas discapacitadas… ya saben, tan sólo un día más en Neza.

De los 80 con Amor.

La crítica social del Vengador Tóxico fue pertinente y justa en su momento histórico, 1984, a una sociedad norteamericana estupidizada por la aplastante fiebre por el fitness, epitomizada en los videos de ejercicios de Jane Fonda, en la popularización de héroes anabólicos como Stallone y Schwarzenegger y clásicos basura de la época como Physical de Olivia Newton John. Los primeros cuadros de la cinta ridiculizan esta obsesión presentando a sus adeptos como un grupo de imbéciles con problemas mentales y con un poco más de criterio que todo el reparto de Jackass junto (incluyo a Party Boy, por supuesto). A esta masa obsesionada por la estética física, un vengador desfigurado de gran fuerza y nula vanidad.

La morbidez como maldad.

Una película basura con una profunda condición sensitiva, El Vengador Tóxico permite al espectador experimentar un gratificante sadismo con los viscerales ajustes de cuenta. Y detrás de esto hay un gran balance físico que responde a una ley natural: a cada acción corresponde una reacción de la misma magnitud pero en dirección inversa. Nunca este principio había sido tan deleitante como en esta cinta, donde los ladrones y los corruptos tienen los castigos más ejemplares y delirantemente violentos, sea una malteada gutural, una quemada de culo en piedras termales o una planchadita en una tintorería. La inventiva del sadismo es aderezada con la firma del vengador, un trapeador sucio en la cara de cada malhechor, la supremacía de la toxicidad sobre la mierda misma.

“No eres el héroe que necesitan, sino el que merecen.”

El histrionismo de El Vengador Tóxico es como ver al grupo de actores de las sexicomedias mexicanas interpretando una obra de Tenessee Williams, con un estilo vodevilesco, recargado en la mueca más grotesca y profundamente sardónico que genera una reacción ubicada entre la risa y el asco del espectador. Esta transgresión donde la aparente normalidad es de lo más falso mientras que el sucio protagonista es cortés y más amable que un boy scout, presenta un microcosmos en el cual encuentra sus valores totalmente invertidos.

De una violencia caudal e hilarante, El Vengador Tóxico representa una ingeniosa respuesta al culto al cuerpo, la violencia y el deshecho social que llegó a puntos indignantemente bajos en los 80, un héroe hecho a la medida para Tromaville, que no es otra cosa que el fragmento más sucio en un mosaico que se pretende moderno, limpio y sano, cuando en realidad hay tanta mierda subrepticia que el olor que desprende es peor que el de un trapeador usado.

Incluso los héroes saben bailar….

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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