El cerebro detrás del juego: ‘Un domingo cualquiera’

El futbol americano es mucho más que una horda de bárbaros golpeándose. Es estrategia, inteligencia, fuerza y, sobre todo, carácter. No por nada quienes lo han jugado coinciden en que es el ajedrez humano más grande del mundo. El segundo cuarto arranca en Butaca Ancha y Un domingo cualquiera (Any Given Sunday, 1991) es el filme adecuado para conocer otra cara del partido sin estar dentro de la cancha: el mundo de los entrenadores.

Tony D’Amato (Al Pacino) es el protagonista y quien evita que el guión carezca de realismo al rayar en lo exagerado sin motivo aluno. Siento defraudarlos, pero no, no recuerdo ojos en el terreno de juego y aunque seguro que las fiestas que ponen en la película tienen algo verídico, me parecen fantasiosas. Sin embargo, Un domingo cualquiera no deja ningún cabo suelto, desde jugadores que entran al campo lesionados, hasta la estrella del equipo que se siente invencible. Son temas que salen a la luz.

Discúlpanos, Al, nos desviamos. Pacino es magnífico en su papel de entrenador; sobre todo porque Oliver Stone no caen en el cliché de que es un equipo que se odia y luego termina uniéndose para salir victorioso. Aquí se muestran las consecuencias de los actos de cada jugador y cómo un entrenador debe canalizarlo para evitar que el propio equipo se le vaya encima. Una lucha de egos en su faceta más pura.

Any Given Sunday es la biblia para algunos entrenadores. Vicente del Bosque, último campeón del mundo con España, utilizó un discurso muy similar al de Pacino previo a la final del Mundial para inspirar a sus jugadores, el propio estratega ibérico confesó que tomó algunas ideas de D´Amato para tocar el corazón de sus jugadores. Así de fundamental es el tipo que está en las laterales en cada uno de los partidos de la NFL.

La trama no permite errores. Se habla de las equivocaciones de un entrenador en el campo al mandar mal una jugada que le cuesta un partido, se toca el tema del jugador veterano que pierde su lugar por lesión y del novato sensación que siente que ya conquistó el Olimpo deportivo por tres partidos consecutivos ganados. Con todo eso y más, se las han tenido que ver Pete Caroll y John Fox, entrenadores de los equipos que jugarán el Súper Domingo.

Tanta es la exactitud con la que se tocan algunos temas, que la propia NFL no quiso colaborar con Oliver Stone para que utilizara los nombres oficiales de algunos equipos. La mejor liga del mundo también tiene sus secretos y no le gusta que sean ventilados.

Ya para cerrar. El papel de Cameron Díaz es fascinante, una BITCH, sí así con mayúsculas que hereda el dinero de su padre y se convierte en una dueña del equipo sin escrúpulos. Siempre queriendo explotar a sus propios jugadores y amenazando a Al Pacino. Pocas veces se puede ver a Díaz así, locamente sexy diría yo.

Por Carlos Gorozpe (@Goroz_MU)

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