¿Cómo le fue a ‘The Last Face’ en Cannes?

Sean Penn es un hombre que gusta de ayudar a los que menos tienen. Un paladín de las causas sociales, dicen algunos. Su nuevo proyecto, The Last Face, se presentó en Cannes entre abucheos. Sus intenciones eran buenas, el resultado final no tanto, dicen quienes tuvieron oportunidad de ver la película: una historia de amor sobre hombres blancos que ayudan a gente de color. Pobre Sean. Lean las reacciones a continuación.

Luis Martínez, El Mundo: “The Last Face es lo que se podría llamar un muy poco pudoroso lavado y planchado de conciencia (la mala, otra vez); siempre más pendiente de exhibir la bondad del autor que de acercarse si quiera al mal que denuncia. Como provocación inconsciente podría incluso alcanzar el rango de obra maestra. Eso o disparate mayúsculo. Tanto da. De otro modo: resulta tan evidentemente estúpida en su exhibición afectada del dolor que ofende.”

Carlos Boyero, El País: “Tal vez haya pasotes en el tono romántico, pero la realidad que describe no solo tiene propósitos bienintencionados sino que también es aterradora. En cuanto al estilo expresivo, a veces recuerda al ralentizado y espiritual cine de Terrence Malick, algo bastante arriesgado que puede crear maravillas como El árbol de la vida pero igualmente resultar alambicado o relamido cuando la historia no funciona.”

Tim Robey, Telegraph: “Penn nunca ha hecho una película así de mala antes, con la posible excepción de su bruto segmento en la antología 11’09 “01, que tenía el apartamento de Ernest Borgnine inundado por alegre luz por el colapso de las Torres Gemelas. Aquí, las cosas se ponen mal agüero desde los títulos de apertura, que habla de la relación entre la guerra civil de Liberia 2003, y su equivalente en el sur de Sudán, una década más tarde, como ‘una brutalidad singular de inocencia corrompida’.”

Salvador Llopart, La Vanguardia: “A pesar de sus innegables buenas intenciones, The Last Face se deja llevar por el deseo de transmitir todo el dolor del conflicto –de todos los conflictos- a través del romanticismo y la épica y el resultado es algo artificial y forzado. Donde el amor de la pareja no se complementa con la guerra, y por momentos parece que ambos estén allí para ligar. El filme tiene momentos de una belleza sublime, rodeados de otros muchos definitivamente ridículos –la platea de Cannes se reía con ellos- que acaban por anegar el filme en un esteticismo bien intencionado. Pero estéril.”

David Sexton, The Evening Standard: “Aunque está filmada con habilidad, está pobremente editada, estructurada y actuada. El reparto hace profundas declaraciones sobre el conflicto (‘¿Salvarlos para qué? ¿Para qué clase de mundo?’) y sobre hombres y mujeres (‘¡No es tomar! ¡Es amar!’), provocando risas durante su proyección, seguidas de abucheos. The Last Face usa el sufrimiento africano como fondo para el romance, un amorío blanco en una zona de guerra negra. No está bien.”

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