Hombre que te miras en las aguas para ver quién sos…
Génesis, Vox Dei
En estos días las imágenes de protestas civiles abundan alrededor del mundo, ilustrando noticiarios, periódicos, sitios web, Instagram y lo que se les antoje. Pero, ¿qué sucede al interior de la protesta?, ¿cómo se conducen los participantes, la policía, los peatones sin vela en el asunto? Con Manifestación (Demostration, 2013) el documentalista Victor Kossakovsky intenta tejer una radiografía desde la marcha misma, emulando esas antiguas sinfonías de ciudades.
Así, un grupo de estudiantes de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, España, tomó sus cámaras y salió a filmar el descontento social, incluyendo una jornada de paro general. Estamos ante un trabajo plural, aun cuando Kossakovsky marque el paso, que refleja el espíritu mismo de aquello que intenta retratar: una manifestación es una expresión comunal; la película también. Es un ejercicio que recuerda a El grito (1968) mexicano.
Mezclando las imágenes tomadas por los universitarios y la pieza musical Don Quixote del compositor Ludwig Minkus, Kossakovsy logra crear un verdadero manifiesto político-estético vibrante (JJ Negrete dixit), en el espíritu del cine-ojo estipulado por Dziga Vértov, lleno de una extraña belleza y poesía emanda de los lugares más inesperados, junto a secuencias provocadoras e indignantes. Casualidades convertidas en intenciones, como esa secuencia en que la lente se congela y de la nada aparece un muchacho seguido por un grupo de policías que comienzan a golpearlo en cuanto le dan alcance. La cámara se mantiene en su lugar inmutable ante el registro y sus operadores sólo se preguntan si lo visto se grabó. Es un cruel recordatorio de nuestra impasibilidad como espectadores y del falso sentido de realidad del cine documental: lo capturado existió, ya no más y nada puede remediarlo.
Hay en este collage lleno de policías gas lacrimógeno, golpes, gritos, seres humanos, sudor, sangre, selfies, la intención de sumergirnos en la experiencia de aquellos que tomaron las calles para exigir un trato más humano de su gobierno. El documental pudo quedarse en eso; sin embargo, la cinta eleva su apuesta con la aparición de dos de los manifestantes del paro general, una mujer que perdió un ojo durante la marcha y un hombre de edad.
Ambos son la clave para redondear la idea de colectividad al centro de Manifestación. Cuando vemos a Pere observarse se logra un contrapunto narrativo, una especie de oasis donde podemos reflejarnos y encontrar un punto de identificación con el grueso de los participantes. Los gritos de Pere —”Mátenme”— y su rostro marcado por el implacable paso del tiempo al verse en la pantalla están ahí para recordarnos que el problema no es nuevo. Hoy es él, mañana tal vez seamos nosotros.
Por Rafael Paz (@pazespa)
