‘Bob Esponja: Un héroe fuera del agua’: Las aventuras de la lógica

Hay películas que buscan no tomarse en serio, donde las reglas narrativas, discursivas, ideológicas, estructurales no existen. Ni las busquen, no hay lugar para ellas. Bob Esponja: Un héroe fuera del agua (The SpongeBob Movie: Sponge Out of Water, 2015) es el más claro ejemplo… Y cómo tomarse en serio si el protagonista es una esponja marina que vive en una piña debajo del mar.

El Pirata Barba Burger (Antonio Banderas, disfrutando la vacilada) encuentra un misterioso libro a mitad de una isla pirata. Mientras tanto, nuestro amarillo protagonista se alista para repeler el intento más reciente de Plankton, el archienemigo de Don Cangrejo, dueño del Crustáceo Cascarudo, por robarse la receta secreta de las deliciosas cangreburgers. Sin embargo, un evento inesperado sucede y la fórmula se desvanece en el aire, llevando al pueblo de Fondo de Bikini a la locura porque no pueden disfrutar de su alimento favorito. Será momento de que nuestro héroe dé un paso al frente y salve su hogar del Apocalipsis, así tenga que hacer equipo con los personajes menos esperados.

En sus mejores momentos, Bob Esponja, tanto la serie original como la primera película, funciona porque sólo se rige por su propia lógica, donde parece no haber reglas. Aquí el experimento es llevado a sus límites narrativos, creando una broma casi metanarrativa donde el narrador es al mismo tiempo juez y parte de las acciones del universo que está narrando. ¿Dios, eres tú? Es un tema que hermana la película con La gran aventura Lego (The LEGO Movie, 2014) o la caricatura Hora de aventura (Adventure Time with Finn & Jake, 2010- ), aunque nunca alcanza el paroxismo esquizofrénico de esta última.

De esta forma ,Un héroe fuera del agua vive de autorreferenciarse, aludir a la cultura pop –¿es eso un guiño a Mad Max?– y poner en evidencia a cada momento lo ridículo de su premisa, al grado de que los personajes de relleno se retiran al notar su inutilidad para el avance de la trama o un delfín con ganas de orinar es responsable del destino del universo. La mezcla imita lo hiperactivo de la mente de cualquier niño con éxito: ellos son el público objetivo y no se preocupan por reglas narrativas.

La segunda aventura cinematográfica se convierte así en un entretenido coctel, colorido y educativo —el trabajo en equipo es el tema central— para aquellos que estén dispuestos a dejarse sorprender. Sí, es un capitulote. La lógica también tiene derecho a tomar vacaciones.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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