59 Muestra | ‘Nuestra pequeña hermana’: Exploración del cotidiano

Las situaciones cotidianas son llevadas a la exageración por Hirokazu Koreeda en Nuestra pequeña hermana (Umimachi Diary), como un intento de mostrar la nostalgia de un momento que es obligado en el humano, la adolescencia,  agregando a esta la figura de ilegitimidad, integrando en las imágenes y en la música una melancolía mórbida, partiendo de un eje central que se aleja de lo pueril para adecuar y centrar el tema en la vida de tres hermanas: Sachi (Haruka Ayase) hermana mayor con complejo de madre, asumido ante la ausencia de figuras paternas; Yoshino (Masami Nagasawa) se muestra con la imagen de mujer fatal con carencias de madurez; Chika (Kaho) independiente, de ánimo inquieto y actitud jocosa. Ellas al morir su padre quien las abandonó de pequeñas se encargan de cuidar a su hermanastra Suzu (Suku Hirose), que se encuentra en la etapa ya mencionada y con quien enfrentaran una transformación emocional.

La contraposición de lo que sería el arquetipo de lo ideal en una familia, es el punto en el que esta película estriba su argumento, pues muestra durante el transcurso de la historia dos vertientes en cuanto a la noción del concepto. La idealista y conservadora por parte de una tía abuela que busca convencer de la errónea decisión mediante la advertencia de la soledad marital y la consecuencia inherente a esta, la falta de descendencia, vertiente  que no se mantiene, pues el manejo de la historia le impide seguir con dicha visión, pues la misma hace de Suzu un personaje entrañable por las condicionantes que una actitud madura y servil le otorgan.

La segunda es la percepción falta de prejuicios y llena de un sentido de compasión, que llega a ser inverosímil en cierto punto, ya que los agentes que llegan a cuestionar a las hermanas sobre la presencia de Suzu, son externos y no existe por parte de ninguna de las tres un juicio propio de lo que hacen, de aquí que el comportamiento de este nuevo  elemento familiar pasa más como un hecho inerte y se le elimina el concepto de socialmente incorrecto, dejando a la película sin un conflicto de magnitud que refuerce el tono que el director busca dar, lo cual depaupera el trabajo. Aunado a esto la relación entre las cuatro y su entorno, es un sin fin de exageraciones de comportamiento, jugando con la historia para forzar la comicidad en momentos de intrascendencia.

Ya puesto en claro que la hermanastra funciona en el filme como un elemento de apoyo emocional que llegará a recíproco, se nos muestra el proceso de conflicto que cada hermana enfrentará para poder tener definido lo que quieren, por obviedad ninguno de estos conflictos llega a cuestionar de manera agresiva su estado de parcimonia familiar y si en algún punto se ve ligeramente ligado, el proceso de la historia justificará la excusa o el rechazo emitido hacia dicho conflicto o cuestionamiento, negativa que no se interpone entre la mujer y su cambio, pero este hecho no lleva mas allá al personaje y aquí es evidente la falta del conflicto de refuerzo, dando al espectador la sensación de lo paradójico en lo que ve.

Por Antonio Pina Manzano

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