10 notas sobre otros cines emblemáticos del área metropolitana

apolo

Apolo Satélite THX

Seguramente el recinto cinematográfico más conocido en Ciudad Satélite, desde principios de los años 70 hasta mediados de los 80, cuando este coloso de poco más de mil 200 butacas cerró sus puertas. Algo que lo caracterizaba y lo distinguía del resto de los cines del rumbo era su enorme pantalla para proyecciones en 70mm y su tecnología de punta (orgullosamente, se ostentaba cómo el único en México en contar con la certificación THX de George Lucas). Actualmente, el lugar es una sucursal más de Office Depot.

bucareli

Bucareli

Ubicado a unos cuantos pasos del famoso Reloj Chino de Bucareli, este otro recinto ha pasado por momentos nunca muy satisfactorios del todo, debido quizás a lo pinche del rumbo en que se encuentra. Fue construido a principios de los años 30, remodelado en 1941 (época de su máximo esplendor), con mil 867 asientos repartidos en dos niveles, luneta y anfiteatro. Décadas más tarde fue adquirido y administrado por COTSA hasta finales de los años 80, cuando debido a su baja rentabilidad fue vendido a la Organización Ramírez y dividido en cuatro salas de buen tamaño. Actualmente es uno de los “multiplex” más populacheros de Cinepólis.

ciudadela

Ciudadela

Inaugurado en enero de 1973, este cine de mediano tamaño (508 butacas) siempre se caracterizó por presentar lo más “selecto” de las películas clase Z. Como muchos otros, el Ciudadela comenzó a decaer (aun más) a mediados de los 90, por lo que se vio obligado a entrarle a la programación porno. En ese sentido, se trataba de un buen cine: a pesar de lucir instalaciones más sucias que los huevos de un perro, aquí uno podía sentarse tranquilamente a ver la película (yo me aventé en este lugar la práctica totalidad de las películas dirigidas por Joe d’ Amato) sin necesidad de preocuparse por la presencia de algún homosexual ofreciendo su compañía o su “mano amiga.” El Ciudadela cerró sus puertas por 2002 y fue reabierto algunos años más tarde por la cadena de artículos para adultos Erotika. A principios de 2013, el recinto ha suspendido sus actividades de nuevo (al parecer, esta vez de manera definitiva) en espera de convertirse en un salón de fiestas.

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Diana

Inaugurado a principios de los años 80 y diseñado por el arquitecto Leopoldo Gout, este cine, con su aforo de mil 965 butacas, un sistema de proyección en 70 mm y decoración metálica en su lobby por cortesía del artista Manuel Felgueréz era (después del Latino) el recinto de su tipo más emblemático de Paseo de la Reforma. El lugar cerró sus puertas a principios de los 90, siendo también adquirido años después por los Ramírez, quienes, pese a las protestas de los vecinos, decidieron dividirlo en siete salas (cada una con un diseño tipo estadio y una isóptica horrenda), transformándolo en una de las sucursales más inclusive de Cinepólis.

dorado

Dorado 70

Diseñado por Juan Sordo Madaleno, el vasto Cinema Dorado 70 abrió sus puertas el 21 de marzo de 1970. Con sus mil 368 butacas, su enorme pantalla curva y su sistema de proyección en 70 mm (durante esa época, un formato bastante común; hoy, una especie en franca extinción, lamentablemente), este lugar era una de las salas con mayor asistencia de la paraestatal COTSA y, durante casi tres décadas, punto de reunión obligado de los adolescentes fresas y demás mamilas con pretensiones que frecuentan Plaza Universidad. Las dimensiones del Dorado 70 contrastaban escandalosamente con el reducido tamaño (y repelente diseño) de las cinco salas que componían los “Multichiqueros” Plaza Universidad de los Ramírez, su competidores más cercanos. El Dorado 70 cerró sus puertas en algún momento de 1996. Actualmente el perímetro en que se hallaba es ocupado por una sucursal de los casinos YAK! y por el propio Cinepólis IMAX Universidad.

encanto

Encanto

Diseñado por el arquitecto Francisco Serrano e inaugurado el 5 de mayo de 1937, esta imponente mole con un aforo de poco más de tres mil 500 butacas era un lujoso monumento al Art Decó, el cual se hallaba dividido en luneta, anfiteatro, galería y segundo piso. A pesar de su imponente aspecto, el recinto resultó ser una (¿buena?) muestra tanto de la deslumbrante creatividad como de la ineptitud del famoso arquitecto. El encanto del Encanto terminó la madrugada del domingo 28 de julio de 1957, cuando aquel famoso terremoto que azotó a la Ciudad de México provocó que se desplomara toda la pinche bóveda del techo sobre las butacas (de haberse dado el sismo unas cuatro horas antes, el desmadre y la matazón hubieran sido mayúsculos), por lo que el hermoso (pero perfectamente inseguro) cine tuvo que ser demolido pocos días después.

futurama

Futurama

Inaugurado el 15 de mayo de 1969, el Futurama se consolidó durante sus casi 30 años de existencia como el orgullo legítimo de la colonia Lindavista. Con un aforo gigantesco de cuatro mil 495 butacas (otras fuentes señalan cifras de hasta seis mil) y su céntrica ubicación, el lugar era considerado uno de los recintos de su tipo más importantes del país. Punto de encuentro de la cinefilia en la zona norte de la Ciudad de México —imposible olvidar aquel famoso eslogan de “Véala en Futurama y varios más”—, este recinto también enfrentó la desastrosa dinámica a la que se vieron sometidas muchas salas ante la aparatosa competencia del video y de los modernos complejos cinematográficos, cerrando sus puertas a medidos de los años 90. En el año 2000 fue adquirido por el Gobierno del Distrito Federal, y tras dos lustros de permanecer en obras negras, el lugar fue reinaugurado como Futurama: Centro de la Juventud Arte y Cultura, en donde se realizan exposiciones, tocadas, espectáculos dancísticos y esporádicas proyecciones gratuitas en video.

latino

Latino

Con sus mil 873 butacas, el Cine Latino (inaugurado el 28 de abril de 1960) era, sin duda, un espacio de visita obligatoria en Paseo de la Reforma. Vanguardista en sus servicios —era de los pocos recintos en el mundo en contar con la tecnología D-150, la cual utilizaba una lente especial capaz de proyectar películas de 70 mm en una pantalla curva de casi 180°— y quizás el único en la capital (durante los años 70-80) en ofrecer a su público funciones aderezadas con sonido surround. En su vestíbulo destacaba un mural de Octavio Ríos referente a la cultura latinoamericana (O al menos, eso parecía ser: la verdad, estaba muy pinche feo). Demolido en su totalidad, actualmente se llevan a cabo allí las incipientes obras de construcción de la llamada Torre Reforma Latino 296.

manacar

Manacar

Inaugurado en 1960, el Cine Manacar fue otro de esos espacios emblemáticos de la Avenida Insurgentes, con su capacidad para recibir a 1,965 espectadores, su sistema de proyección en 35 y 70 mm., y un inicial sonido éstereo de gran fidelidad.
Muchos recuerdan la pintura en tonalidades verde, anaranjado y azul que adornaba la cortina de su enorme pantalla, obra de Carlos Mérida. Al termino de la función, se podía acudir a hojear un libro en la sucursal de Librerías de Cristal que se encontraba en la parte baja del inmueble, y después rematar con un café en el pequeño Sanborn’s que se encontraba junto a aquella.
El recinto sufrió visibles daños en su estructura tras los sismos de 1985 y, ante la quiebra de COTSA, el inmueble cerró sus puertas a inicios de los años 90, siendo adquirido algún tiempo después por la cadena Cinemex, transformándolo en un complejo de nueve salas diminutas. Sin embargo, el cambio poco hizó por captar la atención de los habitantes de la zona, lo que llevo al ahora Cinemex Manacar a cerrar sus puertas debido a la baja asistencia en este complejo (debida seguramente a lo pequeño e incómodo de las salas, y al aburrido concepto ornamental característico de Cinemex).
La cosa pareció terminar de joderse el pasado 18 de marzo del 2013, cuando los trabajadores que allí laboran en lo que parecía una mera remodelación del complejo, colocaban material impermeabilizante y debido a un descuido, la sustancia aplicada se prendió al mezclarse con desechos varios, arrasando el techo del inmueble, por lo que éste tuvo que ser totalmente demolido un mes después.
Sin embargo, la buena noticia es que, efectivamente, desde finales de marzo, en el terreno ocupado anteriormente por el tradicional cine, han comenzado a llevarse a cabo las obras de un ambicioso proyecto, —La Torre Manacar— el cual consistirá en una enorme edificación de 25 pisos y 144 metros de altura diseñada por el renombrado arquitecto Teodoro González de León, en cuyo interior albergará oficinas, un centro comercial, restaurantes y…un nuevo complejo cinematográfico. (Para que se den una idea, algo similar a lo que hoy existe en Reforma 222.)
Aunque no lo sabemos con certeza, diversas fuentes señalan que los de Cinepólis serán los nuevos encargados de satisfacer la demanda cinéfila de esa zona. De confirmarse dicho rumor, es de esperar que la omnipresente cadena de exhibición haya aprendido del error de sus competidores, y ofrezca al público, en un futuro inmediato, unas instalaciones que consigan evocar —y dignificar— el recuerdo de una sala de cine tan majestuosa y entrañable como lo era el Manacar.

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Ópera

Diseñado por el arquitecto Felix T. Nuncio y construido por el ingeniero Manuel Moreno, el Cine Ópera es, sin duda, una de las catedrales cinematográficas más impresionantes en la Ciudad de México. Con una capacidad para recibir a poco más de tres mil 500 espectadores, el lugar ubicado en la calle Serapio Rendón en la colonia San Rafael tuvo su inauguración el 11 de marzo de 1949 con el estreno de Una Familia de tantas (Alejandro Galindo, 1948). Famoso por su extraordinaria decoración Art Decó, en la que destacaban sus inmensos ventanales, pero sobre todo las dos colosales musas que adornan la marquesina en el exterior, el Ópera se convirtió en uno de los más entrañables puntos de reunión para los habitantes de esa colonia, el cual, con todo y la ensoñación provocada por sus lujosos acabados, nunca negó su ubicación populachera, siempre manejando precios bastante más accesibles que los de las salas consideradas de primer nivel. El Ópera cerró sus puertas como cine en algún momento a principios de los 90. Pocos años después, el lugar comenzó a funcionar como una improvisada sala de espectáculos; sin embargo, todo terminó por irse al carajo la tarde del 12 de octubre de 1998. Durante un concierto ofrecido allí por la banda británica Bauhaus, los fanáticos que no alcanzaron a comprar boletos para asistir a esa tocada provocaron un desmadre de tales proporciones, que la delegación optó por clausurar el Ópera de manera definitiva. Sumido en la suciedad y el abandono, no fue sino hasta más de una década después que el Cine Ópera volvió a llamar (someramente) la atención, gracias a la fascinación que despertó en el compositor Michael Nyman, quien, tras descubrirlo a inicios de 2010, además de dedicarle una pieza musical, inició una suerte de campaña de concientización en pos de la preservación del olvidado espacio. Aunque en la actualidad el sitio se halla bajo la custodia del INBA, su destino se antoja bastante incierto.

Por Venimos, los jodimos y nos fuimos

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