Comenzar a vivir en pareja puede ser aterrador. La pérdida de libertad, la fastidiosa rutina —que anula el sexo, dicen— y la necesidad de llegar a acuerdos de convivencia con el otro pueden provocar pavor en algunas personas. El día a día es un proceso de adaptación continuo y cualquier paso en falso es susceptible de desatar un infierno. Ésa es la idea detrás de la paródica ¿Y dónde está el fantasma? (A Haunted House, 2013).
Malcom (Marlon Wayans) no teme la coexistencia, al contrario, está ansioso de compartir el techo con su novia, Kisha (Essence Atkins), algo que espera sea una experiencia placentera e inolvidable. Siguiendo el canon del found footage, Malcom decide grabar de manera inexplicable toda su vida, así lo vemos declarar ante la lente sus expectativas y los preparativos para recibir a Kisha, para, posteriormente, ser testigos de la llegada de la susodicha.
Pero todo se va al desagüe en cuanto Kisha aparece a cuadro. Los problemas germinan de manera instantánea: primero atropella al perro de Malcom para después comenzar a criticar la forma en que vive —¿qué hombre maduro tiene maquinitas en su sala de estar?—, además no traga a la sirvienta latina de su nueva casa (Marlene Forte) y el sentimiento parece ser recíproco. Y eso no es todo, Kisha no llegó sola: una juguetona y malvada entidad la acompaña.
Para librarse del inquilino indeseado, Malcom contratará a 3 especialistas en fenómenos paranormales: un psíquico de claras tendencias homosexuales (Nick Swardson), un equipo de cazadores de fantasmas (David Koechner y Joel Kelley Dauten) y un sacerdote que acaba de salir de prisión (Cedric the Entertainer). Asimismo, contará con la inoportuna ayuda de una pareja de amigos swingers (Alanna Ubach y Andrew Daly) y la pandilla de su primo Ray-Ray (Affion Crockett).
¿Y dónde está el fantasma? tiene todo lo que uno esperaría de una película escrita por alguno de los hermanos Wayans, en este caso Marlon. Hay bromas de pedos —muchas bromas de pedos—, chistes raciales —el equipo de cazafantasmas no puede creer que un negro pueda comprar una casa en los suburbios—, sexuales, imitaciones, e, incluso, chascarrillos financieros —Malcom huye de la casa e intenta venderla pero la crisis en el mercado inmobiliario se lo impide—. Todos los chistes raunchy caben en esta parodia sabiéndolos apretujar.
Lo que marca una distancia entre A Haunted House y otros trabajos de los Wayans, como la irritante ¿Dónde están las rubias? (White Chicks, 2004), es el trasfondo que Marlon y su co-guionista, Rick Alvarez, tratan de darle a la cinta.
Parodiar las exitosas películas de Actividad Paranormal (2007, 2010, 2011, 2012 y, próximamente, 2013) es una mera excusa para sumergirse en el pavoroso mundo de la vida en pareja. Durante la primera media hora de película, los guionistas y el director, Michael Tiddes, logran capturar el shock que resulta de mudarse con alguien más, como la primera impresión al conocer los hábitos en el baño del otro, su comportamiento al dormir o la necesidad de mantener sexualmente satisfecha a la pareja —aunque sea necesario organizar una orgía interracial—.
La trama comienza a desmoronarse cuando los involucrados olvidan el tema de la cohabitación, llegan los expertos paranormales y se concentran en parodiar Con el diablo adentro (The Devil Inside, 2012) y otras cintas sobre exorcismos. Es patente la falta de talento de Wayans, Alvarez o Tiddes para hacer avanzar el relato sin recurrir al humor más escatológico.
Es interesante que Marlon tome como tópico a parodiar el found footage, subgénero que nació sólo un año antes (The Blair Witch Project, 1999) de otro que él y sus hermanos ayudaron a cimentar en el 2000 con Scary Movie: el spoof comedy, con su interminable lista de títulos que inician con un “ésta no es otra película de…” No es que ambos subgéneros no hayan tenido exponentes antes de los mencionados, sino que gracias a ese par vivieron un auge durante la primera década del nuevo siglo. Hoy la fórmula parece agotada y carece de la frescura de hace algunos años, el cruce de ambos era inminente pero llega mal y tarde.
¿Cuántos niños y preadolescentes que vieron Scary Movie estarán sufriendo los mismos problemas que acongojan al protagonista de A Haunted House? Lástima que los problemas de pareja no se puedan resolver con una sonora flatulencia.
Por Rafael Paz (@pazespa)