‘Valerian y la ciudad de los mil planetas’: Chicle intergaláctico

La cultura visual contemporánea demanda saturación y sobre estimulación ante el reto de lograr mantener la atención de las audiencias jóvenes, necio objetivo de los grandes estudios que los lleva a generar de manera frenética contenido con la esperanza de que en algún momento, por azar más que por premeditación, surja un éxito del que pueda ordeñarse una nueva franquicia. Esto ha permitido que las casas productoras den cheques en blanco a “probados” cineastas para crear mundos nuevos que logren volverse parte del imaginario colectivo.

El cineasta francés Luc Besson ha tenido una amplia experiencia al frente de proyectos de gran envergadura presupuestal y visual (El quinto elemento, 1997) o de mayor discreción y tonalidad personal (León, el profesional, 1994), pero sin duda algo que ha estado presente en su discurso fílmico es la grandilocuencia sin elocuencia. Besson se ha caracterizado por aturdir, visual e intelectualmente, a sus espectadores con gran pericia, algo que no es la excepción con Valerian y la ciudad de los mil planetas, su colorida y barroca adaptación de los cómics de Pierre Christin y J. Claude Mézierés.

Tomando como referencia los modelos impuestos por La guerra de las galaxias o el epítome del cine de aventuras de los años 80 (Indiana Jones, En buca de la esmeralda perdida), Besson presenta un universo que se distingue de la sobriedad y estandarización de otras películas de dimensiones similares. Valerian.. usa la saturación y un diseño de producción más cercano a los esquizodelirios de un Terry Gilliam (The Zero Theorem, 2013) que al salir de la media aliena a los espectadores acostumbrados a mundos de psicodelia perfectamente dosificada, lo cual probablemente le haya costado atraer audiencias a nivel global.

La película es protagonizada por dos actores de indudable carisma, el joven Dane DeHaan y una sorprendente Cara Delevingne que destila una explosiva combinación de elegancia y temple que difuminan completamente lo bizarro que se ven sus cejas en Instagram o su no-actuación en Sucide Squad. Completando el elenco están Clive Owen, Ethan Hawke y el legendario Rutger Hauer con un par de cameos poco capitalizados y una excepcional rutina de baile de Rihanna que hace ver el striptease de Demi Moore como un bailable escolar del 21 de marzo.

Aunque no llegue a generar el mismo furor que El quinto elemento logró hace 20 años, Valerian y la ciudad de los mil planetas es una película similar en esencia al mentado hito, en el sentido que ambas hablan sobre la tensión sexual entre dos personas que deben pelear contra un universo poblado de seres igualmente divinos o grotescos, asquerosamente corruptos o impecablemente puros para poder consumar su acto de amor. Una chiclosa golosina fílmica que truena escandalosa y coloridamente.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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