Para la gran mayoría de nosotros, semi occidentales, el cine de Medio Oriente que vemos resulta tanto menor en cantidad como en permanencia en nuestra memoria. Salvo las que son muy memorables para nosotros, casi todas las películas que vemos de esa zona siguen siendo menospreciadas e ineludiblemente hay cierta aversión a verlas fuera del contexto religioso y político en el que están inmersas; en ocasiones sigue permeando la idea de “una película iraní”.
Pero lo cierto es que si algo se agradece en un filme, el que sea, es que tenga cierto equilibrio en su lenguaje, un sutil sentido universal que de pronto nos recuerde que Irán suele dar una fuerza en sus dramas, llevándolos a puntos álgidos y conmovedores.
Una Separación, –Jodaeiye Nader az Simin en su idioma original- del director y guionista Asghar Farhadi, es un filme que provoca al espectador a través de diversos planteamientos morales, religiosos y afectivos, acompañados de giros inesperados por parte de la acción de sus personajes, cada vez más sutil pero que en el desarrollo de la historia va en sentido contrario, complicándolo todo, y colocándolos en una vorágine sin retorno.
Nader y Simin son una pareja que vive en un Irán inmerso en un proceso de occidentalización cada vez más marcado, pero que lleva arrastrando esta escala de valores, atavíos y juicios morales a través de su concepción religiosa. Ambos tienen que decidir entre un mejor futuro para su hija en otro lugar, o quedarse y no abandonar al padre de Nader, que está enfermo.
Un accidente complica las cosas con una asistente doméstica y con su esposo fúrico, derrotado y desesperado por dinero, poniendo a los hijos en situaciones en las que tienen que tomar decisiones muy importantes a una edad muy temprana, en un mundo que aún no comprenden.
Es precisamente esta mezcla de elementos de la situación social y política, con una actuación precisa por parte de sus cuatro personajes principales, que da un trabajo sólido, con bastante credibilidad y congruencia con la verdad que quiere defender cada uno de ellos, que choca con nosotros en puntos clave -filmados con sencillez, crudeza y contundencia-, para arrojarnos al cuestionamiento moral de la verdad y la mentira y ver hasta qué punto las decisiones arbitrarias de jueces anclados a métodos subjetivos de perseguir la justicia ayudan o complican más nuestra existencia.
Una Separación es una de esas películas que uno volvería a ver y le encontraría cosas cada vez más interesantes, que contempla al espectador hasta el final, y que nos puede mantener cautivos por dos horas, cosa que no es nada fácil para los semi occidentales que estamos acostumbrados a consumir contenidos cortos y dinámicos. La paciencia en la narrativa se convierte en un elemento de manejo de tensiones muy bien logradas por parte de Farhadi, con un final que no nos decepciona, pero en cambio nos arroja la pregunta para ponerle punto final.
La película no es de este año, pero hasta ahora nos llega y vale mucho la pena ir a verla y no perderle la pista a los otros cuatro trabajos previos de este director, que con Una Separación recibió muchos premios recientemente, entre los que pesan el Oso de Berlín a mejor película y el Oscar a mejor película extranjera. Pero detrás de los galardones está el trabajo de un guión muy bien logrado, una fotografía sencilla y sin elementos rimbombantes que dotan a la película de esta fragilidad en la crudeza sin ser excesiva, cargada, ni melodramática o casi rayando en lo caricaturesco, como a veces vemos en ciertos trabajos de Medio Oriente. Una Separación es una película muy iraní, contemporánea y universal que vale mucho la pena.
Por Ricardo Pineda (@RAikA83)
Una separación.
Dirección y guion: Asghar Farhadi.
Año: 2011.
Duración: 123 min.