Una década de ‘Eterno resplandor de una mente sin recuerdos’

Han pasado diez calendarios desde el estreno de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), abrió un 19 de marzo del 2004 en Estados Unidos. Una década después el largometraje que encumbró a Michel Gondry sigue provocando debates acalorados, lágrimas por su agridulce final y el cambio de color de muchas cabelleras. Incluso al interior de Butaca Ancha, nos fue imposible ponernos de acuerdo sobre la calidad final de la cinta, por eso les ofrecemos una pequeña crítica coral sobre la aventura amorosa de Joel y Clementine.

A diez años de su estreno, ¿cuál es el mayor legado de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos?

Rafael Paz (RP/@pazespa): A la distancia, el mayor legado parece ser generacional. Hay una franja de hombres y mujeres que por aquel entonces tenían entre 15 y 30 años; sin duda muchos de ellos vieron reflejada su turbulenta vida amorosa en la historia de Joel y Clementine. Es una empatía algo preocupante. Después de todo estamos ante dos personas que en realidad no se soportan; sin embargo es un relato muy tierno en algunos pasajes. Todos quisieran al menos una vez en la vida vivir una relación tan intensa. También vino a definir muy bien el estilo de Gondry como director. Desde entonces ha estado tratando de replicarlo con menor éxito cada vez, y el efecto de su pirotecnia queda vacío sin un guión que la respalde.

Joan Escutia (JE/@JoanTDO): Se necesita de algo profundamente especial para que alguien se haga fanático de una obra de arte. En cualquiera de sus formas. Hay que sincronizar la apreciación de la persona que la admira, su juicio, su cariño con la calidad técnica o discursiva que posee para que después, al momento de regresar a ella –como fiel seguidor– cambie la forma de apreciarla. Nunca será como la primera vez. Regresar a Eternal Sunshine of the Spotless Mind, en cualquier momento,  es un ejercicio muy especial. Sus ideas, sus recursos, su administración, son características que permanecen intactas, pero en la mente de quien la admira mutan conforme sus vidas avanzan. Pocas películas describen al ser humano con una precisión atemporal. Volver a verla no sólo brinda un panorama de la cinematografía a partir de las personas involucradas y su legado, sino que además arroja un juicio que no hace otra cosa más que regresar el valor que alguna vez tuvo y hacerlo más fuerte con cada revisita. El valor de ser fanático de una obra que no envejece por sí misma, pero que es un fiel compañero mientras a todos nosotros nos sucede.

Ricardo Pineda A. (RPA/@Raika83): A la distancia, creo que Eternal Sunshine… es una película más bien mediana, que encaja perfectamente con los corazones rotos generacionales. Lo tuvieron High Fidellity y 500 Days of Summer. Algo similar intentó Beginners y ahora lo percibo un poco con Her. Milenariamente, la soledad y la imposibilidad del amor es algo cruento con lo que muchos nos sentimos identificados. Sin embargo, la obra maestra de Gondry a la fecha funde muchas cosas que la ponen al frente con sus contemporáneas: no sólo son dos personas que no la llevan, sino que el tratamiento del proceso de olvidar a una persona es preciso, melancólicamente divertido y por ende conmovedor. Además, el plus de una estética y soundtracks pop, un Jim Carrey en plan serio pero más sólido que en The Truman Show (1998) y las actuaciones más que cumplidoras de Elijah Wood, Kirsten Dunst y Mark Ruffalo, le elevan la calidad a un guión y director que estaba aún estaba fresco y todavía no repetía tanto el chiste, como hizo desafortunadamente en La ciencia del sueño. Su aporte es notable, pero a la distancia no me parece demasiado representativo.

JJ Negrete (JJN/@jjnegretec): El legado de la creación de la dupla Gondry/Kaufman tuvo repercusiones tangibles no sólo en la audiencia, sino en los creadores que se han visto tentados a tratar temas metafísicos con la profunda seriedad cómica de Kaufman, como en Cold Souls (2010), de Sophie Bartes, o la voz quirky y dúctil de Gondry que ha sido reciclada en gran cantidad por videoastas o cineastas, como Jaco Van Dormael en Mr. Nobody (2009). El equilibrio alcanzado entre la forma gondriana y el fondo kaufmaniano impactó por la innovación temática en su núcleo y trascendió por negarse a ser olvidada. Una compleja y bella paradoja, cuyo legado radica en su vivo recuerdo sobre toda una generación y su inscripción en una especie de canon que apenas parece estar tomando forma.

¿Creación de Kaufman o de Gondry?

RP: Posiblemente la respuesta correcta sea ambos. Como hemos visto en sus posteriores trabajos, Gondry necesita de un buen fondo sobre el cual desplegar su gran inventiva visual; sin éste todo se convierte en un ejercicio vacío de estilo. Lindo y atractivo, sí, pero hueco. Por su parte, Kaufman sufre de un proceso a la inversa. Su gran capacidad para crear personajes se vuelve abigarrada sin un director que discierna sobre los mejores puntos del material; su Synecdoche, New York es un buen ejemplo. Quizá Kaufman consiguió ese hit con la crítica que parece fortalecerlo después de tantos años y Gondry siga dando de topes.

RPA: Es innegable el equilibrado trabajo en equipo, el rico aporte visual de Gondry suele estar desgarbado sin un guión sólido y bien armado en cuanto a las aristas de sus personajes, como sí lo es en Eternal Sunshine… con el trabajo de Kaufman. Gondry no ha logrado otra cinta de este alcance o con este grado de frescura, en tanto que Kaufman parece encontrar buen eco y relevancia con otros directores, a excepción de cuando es director. En este sentido da la impresión de que Kaufman aporta mayor solidez al trabajo de Gondry que al revés, aunque una cosa es cierta: la estética, los colores y la fantasía son autoría de un esteta consolidado en su propio lenguaje, que es Michel Gondry.

JE: Para que una película se construya en su totalidad se necesita de muchos elementos. Quizás el más importante sea ese matrimonio entre el encargado de crear el guión y aquel que le da vida en pantalla. El mérito de Eternal Sunshine está en que Kaufman y Gondry se unieron de una forma demasiado eficaz. Sin embargo, a la distancia y en comparación la carrera de uno y otro, pareciera que Kaufman es el más afortunado. Sus escritos con otros directores son más triunfales que los de Gondry con otras plumas. Da la impresión de que el verdadero genio es el primero. Pero Eternal Sunshine es una de esas obras que unen mentes en una sola; todo aquello que pasó antes o después pierde sentido en el momento de su existencia. Resulta sencillo notar la mano de ambos al momento de verla. Injusto sería arrebatarle el merecido crédito a cualquiera de los dos.

JJN: Concuerdo plenamente con Joan y Paz en el hecho de que indudablemente estamos ante una colaboración sólida, aunque sin duda el guión de Kaufman sobresale de una forma extraordinaria. Pero quisiera ampliar el concepto de colaboración hasta la dupla conformada por Jim Carrey y Kate Winslet. Ambos se despegan por completo de arquetipos fílmicos o faranduleros y espetan con genuina convicción los más rebuscados diálogos al tiempo que se integran orgánicamente en el eclécticamente plástico mundo concebido por Gondry, así como el flujo ligero y cadente del filme. Se recuerda por la conjugación, no por la palabra.

Ahora que hablamos de ellos, Kate Winslet ha consolidado una carrera en varios frentes; nadie le podría discutir sus méritos. ¿Qué pasó con Jim Carrey?

RP: Como muchos cómicos, Jim Carrey vive bajo la presión de continuar con los personajes graciosos o parecidos que lo hicieron famoso en los años 80 –ver Eddy Murphy. A mitad de los 2000, intentó con proyectos más serios, alejados de su zona de confort, pero el experimento sólo funcionó en Eternal Sunshine… Recordar el The Number 23 todavía me da escalofríos. Su actuación en la cinta de Gondry quedará como retrato de su capacidad como actor, de su rango desperdiciado en comedias de pedos. En cuanto a Winslet, se ha visto beneficiada de no haberse encasillado en los inicios de su carrera. El éxito de Titanic la pudo condenar a romances durante toda la vida, tuvo la visión para escapar de eso. Eterno resplandor… es un drama de gran sensibilidad, en parte por la química de los dos actores, como dice JJ Negrete. Una química que los hace cercanos e imperecederos para una gran parte del público.

RPA: Contrario a lo que se suele afirmar sobre Carrey en Eternal Sunshine…, me parece que la actuación de Jim es más bien cumplidora, pegándole a mediana. Si bien su dinámica con Winslet es notable y llena de recursos que funcionan a la hora de desarrollar un personaje creíble y conmovedor, siempre he pensado que Carrey es más un comediante colado al cine, que viceversa. Y en Eternal Sunshine…podemos ver cómo los momentos más tristes y “depresivos” le cuestan; algunos se perciben exagerados (cosa que es bien común en cualquier faceta del protagonista de La Máscara). Si Carrey logra una gran actuación en la película de Gondry, creo que se debe en buena medida al gran trabajo de Winslet, que sin ser extraordinario se percibe más fluido y natural; Winslet logra un personaje atribulado que se sale del propio cliché en el que estaba a punto de caer, mientras Carrey intenta ponerse a la altura, casi siempre a reacción de Winslet (aunque esa sea su lógica), pero a mi ver siempre hay elementos faltos de credibilidad y cohesión, la cual se logra con tropiezos gracias al guión, la estética y el armado de la película, el cual me parece uno de sus mayores aciertos.

JJN: Disiento de Pineda en lo que a la actuación de Jim Carrey atañe en lo general, aunque le doy la razón en el hecho que el trabajo dramático de Carrey se le nota un poco más forzado que su habitual pirotecnia facial. Sin duda la actuación que consolidó a Carrey como un actor fue Man on the Moon (1999), bajo las órdenes del checo Milos Forman, habiendo dado ya en The Truman Show (1998) testimonio de su rango y registro actoral. Carrey siempre tendrá el estigma de haber comenzado como un cómico de imponente agresividad, histrionismo absurdo y exageración, que cuando quiso expandir sus horizontes se sintió ignorado (como si el reconocimiento de la Academia fuera aval indispensable) y fue perdiendo su popularidad de manera gradual. Cuando salió Eternal Sunshine… venía del hit Bruce Almighty (2003) y su carrera aún se mantenía sólida. Con Joel simplemente confirmamos que hay un estupendo actor debajo del grotesco gesto

JE: Creo que la carrera de Jim Carrey se divide claramente en dos: aquella parte de su filmografía en donde se desarrolla como cómico genuino –que parece ir decayendo conforme el tiempo avanza hasta un fondo que no se ve lejano–, y esa otra en donde interpreta personajes con un poco más de profundidad. En esa estirpe de películas está Eternal Sunshine, situada tal vez al lado de Truman Show o Man on the Moon. Y sin embargo, ambas partes no están tan separadas una de la otra. La interpretación natural de Carrey es de un payaso que se asume como tal, en cualquiera de sus roles. La pareja con Winslet aquí es tan acertada en su drama como lo es la de Michelle Williams y Ryan Gosling en Blue Valentine, en la época más cercana, con una historia triste en el fondo que Carrey carga con brío al final del día. No sé si sea la mejor interpretación de Jim Carrey hasta ahora –para eso habría que asumir sus películas de manera separada y en cada uno de sus contextos– pero sin duda es una de las más entrañables para el público a la distancia.

    Related Posts

    Croissants desde Cannes 2023 – Día 4
    Pienso en el final y el detective del desprecio
    Las 100 películas de la década
    Vean cómo se filmó ‘Anomalisa’
    Último tráiler de ‘Leal’, el tercer episodio de la serie ‘Divergente’
    Cinema Móvil Presenta: ‘Anomalisa’

    Leave a Reply