‘Tomb Raider’ o cómo hacer películas entretenidas de videojuegos

Para quienes no estén al tanto de lo que se trata Tomb Raider, deben saber que hablamos de una popular franquicia de videojuegos protagonizada por una joven arqueóloga británica que es intrépida, hábil y muy inteligente, a la que bien podríamos considerar como una versión femenina y actualizada de Indiana Jones. A Lara Croft no le asusta tomar riesgos y está dispuesta a todo con tal de conseguir sus objetivos, gracias a sus características se convirtió en uno de los personajes más emblemáticos en la historia gamer y por eso no sorprende que se haya tomado la decisión de presentarla nuevamente en una película que, para empezar, podemos decir que ha logrado superar a la maldición que suele haber sobre las adaptaciones cinematográficos de videojuegos.
Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft (Tomb Raider, 2018) es una historia de origen que presenta a la joven heredera de una gran corporación que se niega a tomar el lugar que le pertenece por derecho y prefiere tener una vida normal, es alguien que aparenta ser fuerte y que anda por las calles con actitud de “no me importa nada” para ocultar el dolor que todavía siente tras la desaparición de su padre, a quien todos dan ya por muerto a excepción de ella. El pasado de la protagonista regresa inesperadamente y ésta debe tomar una importante decisión que definirá su futuro, pero en ese momento se encuentra con una pista que la llevará a descubrir la verdad acerca de lo sucedido con su papá. Antes de convertirse en una conocida aventurera y dedicarse a hacer importantes hallazgos arqueológicos, Lara es presentada como una chica que vive su día a día igual que los demás y que trabajaba como repartidora.

Esta cinta funciona bien para explicar el origen de un personaje que se pretende protagonice una nueva franquicia cinematográfica, lo cual dependerá solamente de la respuesta de los asistentes a las salas de cine y de la recaudación en taquilla. Lo que vemos aquí es una decente carta de presentación de una heroína a la cual conocemos primero de fondo para entender su comportamiento y las decisiones que ha tomado, la primera mitad de esta entrega es una introducción en la que logramos conocer bien a Lara y posteriormente van llegando las secuencias de acción mientras la historia se muda a un terreno más hostil en el cual quedan claras las habilidades del personaje.
Este reboot combina de manera adecuada la acción con la aventura y una historia sobre un descubrimiento arqueológico, hay momentos que resultan muy emocionantes gracias al trabajo hecho con precisión en los apartados de diseño de producción, efectos visuales y stunts. Se trata de un buen producto de entretenimiento ideal para pasar un buen rato en el cine y acompañado del snack de preferencia. También hay muchos guiños al videojuego para complacer a los gamers más clavados, quienes inmediatamente los identificarán, esto es importante debido a que se respeta la esencia de los juegos en los que se basa el filme.
Hablando de lo malo, en lo que falla más este título es en sus personajes secundarios, pues ninguno logra aportar algo y todos se quedan en un mero intento de presentar personajes que funcionen, lo cual hace que Lara no conecte bien con quienes están a su alrededor, no se pudo tener personajes bien estructurados y con personalidades más solidas, los que aparecen se sienten más como un relleno solamente.

Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft funciona bien para presentar a su protagonista a las nuevas generaciones, tiene sus defectos pero vale la pena verla sin tomársela en serio y sabiendo que se trata de una película palomera que logra su objetivo de entretener, además de que es una de las adaptaciones de videojuegos más decentes que hemos visto hasta ahora en cines.

Por Jonathan Eslui (@JonathanEslui)

    Related Posts

    ‘La luz entre los océanos’: Entre la costa y el naufragio
    ¿Qué estrena la Cartelera?
    ‘El maestro del dinero’: Furia en los ratings
    Un vistazo a ‘Submergence’ de Wim Wenders
    ‘Jason Bourne’ regresa cargado de acción
    ‘La chica danesa’: La apariencia del gesto