‘¿Qué pasó ayer? Parte III’: Ni a cruda llega

We had a sick night bitches!
Mr Chow

Éste sí es un verdadero retazo veraniego. ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009) partía de una excusa inteligente para generar comedia y situaciones incómodas. Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms) y Alan (Zach Galifianakis) despertaban después de festejar la despedida de soltero de Doug (Justin Bartha), sólo para descubrir que las cosas se habían salido de control y el festejado no estaba. No había otra opción que regresar sobre sus pasos de esa noche de copas, esa noche loca. Fue una sorpresa su éxito en el público, teniendo en cuenta el poco impacto en taquilla que tienen las comedias de clasificación R.

Ya en su segunda entrega, la franquicia comenzó a sentirse agotada, quizá demasiado.

¿Qué pasó ayer? Parte II (The Hagover Part II, 2011) era la repetición del mismo acto, en Tailandia en lugar de Las Vegas. Dejaba en claro que el director Todd Philips y su equipo habían dejado la creatividad en casa. Fue ligeramente menos exitosa que la primera –monetariamente hablando–, asegurando una tercera parte para la serie.

El mismo chiste contado dos veces con las mismas inflexiones pierde la gracia. Con eso en mente, Phillips y su coguionista, Craig Mazin, decidieron olvidarse de la estructura post-cruda en pos de algo más tradicional en ¿Qué pasó ayer? Parte III (The Hangover Part III, 2013). También encaminaron la trama más hacía un thriller con apuntes chistosos que a una comedia como tal.

La historia tiene como verdadero protagonista a Mr Chow (Ken Jeong), quien es buscado por un viejo enemigo (John Goodman pocas veces tan desaprovechado) que busca recuperar un dinero que le fue robado. La manada deberá rastrear a Chow antes de que sea demasiado tarde para uno de ellos.

Imbuida en situaciones cómicas que causan más raspados que garganta que risas, no faltará quien defienda la película diciendo que el humor negro es su objetivo y de ahí que la incomodidad prevalezca. Aunque en realidad, más que negro se siente como un gris resbalón. Chistes forzados como las situaciones que el libreto nos presenta.

Vemos a los mismos personajes sin ningún tipo de desarrollo. Inclusive, son más ineptos, de ser posible. El encanto se perdió. Hasta los actores parecen estar en piloto automático, más interesados en comprobar que su cheque no rebote y poder construir esa bodega de vinos en el ala izquierda de su mansión en Malibú que en darle un poco de sabor a su personaje.

Es un alivio saber que ningún animal fue lastimado en la filmación.

Por Rafael Paz (@pazespa)
Publicado en Forbes México.

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