‘P3nd3jo5’: Patinetas de una rueda

La efervescencia de la imaginación es incapaz de hallar un límite en la manera que reconfigura elementos que existen en la realidad, para crear objetos únicos, sea por su imponente belleza o su aberrante delirio. Los filmes del cineasta argentino Raúl Perrone, libres de cualquier convención y compromiso, oscilan violentamente entre lo sublime y lo absurdo, trepanando un espacio para sí dentro de la oferta cinematográfica contemporánea, distorsionando toda regla y código cinematográfico para generar una libertad creativa tal que le permita trasladar, de la manera más pura, las imágenes que se gestan en su cabeza a la pantalla.

En el filme jocosamente titulado P3nd3jo5 (2013), Perrone presenta a un grupo de skatos jóvenes que protagonizan una cumbióperaestridente combinación de cumbia, ópera y sonidos del dub– que se divide en tres actos y una coda, sin un argumento o narrativa definidos, que fluyen cual asociación libre de ideas y conceptos reciclados por la disolvente visión de Perrone. Haciendo uso controladamente indistinto de recursos provenientes de toda la gramática fílmica, el cineasta argentino construye –¿o deconstruye?– una elipsis abierta que los jóvenes pendejos usan para hacer elaboradas piruetas al ritmo de una esquizofrénica base aural.

Perrone concibe la libertad visual como algo cercano al audaz lirismo del cine mudo, como el de Abel Gance, Jean Epstein o el mismísimo Carl Theodor Dreyer y su emblemática La passion de Jeanne d’Arc (1928), a la cual cita al poner a uno de sus jóvenes a emular el extático sufrimiento de la enorme Maria Falconetti y usar el rectangular formato 4:3 en una economía autoral excesiva, cuya puesta en escena bien podría basarse en lo que el crítico y teórico australiano Adrian Martin definió como el post-cine, que incorpora en agresivo y fino arrebato, el inicio y el colapso del lenguaje cinematográfico.

P3nd3jo5 constituye un ejercicio que pretende, de manera pomposa, hallar absoluta pureza creativa, pero que se topa con la ineludible realidad material y no material que construye una imagen fílmica que impide trasladar con nítida fidelidad lo que nuestro cerebro –específicamente el hipotálamo, incansable cineasta– es capaz de montar en nuestras cabezas. Sin embargo, el ímpetu de Perrone le permite hacer que un fantasma sea capaz de hacer rodar una patineta en el piso de las calles. Tan real e ilusorio como números y letras juntos evocando una idea clara… puras p3nd3jada5.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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