Al ver el trailer de Odio el amor (I Hate Love, 2012), el segundo largometraje de Humberto Hinojosa, da la impresión de una melosa historia romántica con un poco de superación personal y aderezada por un humor afincado en diferencias idiomáticas. Pero no, la cinta de Hinojosa es todo lo contrario. Aquí el azote emocional es regla y el sufrimiento, convicción.
El todasmías Robo (Christian Vázquez), Caca (Diego Cataño) y Cobra (Rodrigo Azuela) son tres amigos inseparables, al menos en apariencia. En un viaje a la playa, Robo casi se ahoga al auxiliar a un par de mujeres en el mar. El impacto del accidente lo deja sordo. Eve (la debutante Diane Rosser), es una norteamericana que va por su segundo intento de suicidio con miras al tercero; su padre se casará en unos meses con la mamá de Cobra y juntos viajan a la Ciudad de México. Inevitablemente, nuestros adolescentes se conocen y sus respectivos padecimientos parecen atenuarse ante la presencia del otro. Se va a armar la de San Quintín.
A lo largo de Odio el amor se hace patente la intención del director, también guionista del filme, de ir a contracorriente del común denominador en el cine romanticón, ya sea en clave melodrama o comedia. Ese donde chica y chico se conocen, surge la pasión, el deseo, sufren por algún motivo y su reunión final significa un crecimiento personal en sus vidas. Cualquier cosa que eso signifique.
Los personajes en Odio el amor sufren, bastante, ya sea por idealizar el sentimiento, verlo donde no existe o percibirlo y afectar a un tercero. Incluso el amor que siente Eve por su madre tiene connotaciones negativas, es la causa de su faceta suicida. O la inocente manera de enamorarse de Cobra, por ejemplo.
Durante su primera parte, la cinta intenta balancear el azote con un poco de humor, en la misma vena de los comerciales de Open English: es gracioso porque son incapaces de hablar inglés correctamente y lo siguen intentando a pesar de su pésima pronunciación. Éxito. Sin embargo, conforme la trama avanza, el odio se impone y la cinta entra en una espiral cuesta abajo de la que nunca sale, ni lo intenta, dejando a los personajes en una especie de estancamiento e, incluso, las motivaciones de algunos se vuelven borrosas.
I Hate Love cumple lo que su título anuncia, perfecta para aquellos que tienen una relación amor/odio con el romance. Alguna vez el gran Jaime Almeida describió a José José como un tipo que aun cuando disfruta, sufre, y bastaba ver la convicción que le imprimía el Principe de la Canción a Preso para comprobarlo. Odio el amor se maneja de manera similar, con una plomiza seriedad.
Por Rafael Paz (@pazespa)