De lo hollywoodense a la resistencia: Cinema marginal en Brasil

¿En qué momento el cine brasileño se concentra en la importancia de proyectar historias más cercanas a la realidad? Matou a familia e foi ao cinema (Julio Bressane, 1969) es parte de un movimiento que revolucionó el cine brasileño: el Cinema marginal, la mirada a la corrupción, injusticia, violencia, tortura y presos políticos. La perfecta contradicción entre la belleza del Cinema Novo y la cruda realidad. 

1968 fue un año difícil también para Brasil. Los acontecimientos políticos y sociales del país, generaron el periodo histórico más represivo en lo que respecta a derechos humanos. El principal acontecimiento histórico que determinó el desarrollo de la cultura brasileña fue el gobierno de Artur da Costa e Silva; sin embargo, también es parte de una de las etapas más creativas en cuanto a estrategias de difusión de algunos contenidos que estaban prohibidos en ese entonces.

Si hablamos de cambios radicales en las producciones y las historias que contaba el cine brasileño, podemos mencionar que, sin lugar a dudas, este movimiento que perduró hasta 1973 desplazó la teoría y práctica de los grandes filmes que generó el Cinema Novo (influencias del cine hollywoodense) para comenzar con obras baratas, rebeldes y caóticas, muy de la mano con la situación de pobreza y marginalidad que se vivía en Brasil.

Títulos como O bandido da luz vermelha (Rogério Sganzerla, 1968), Bang Bang (Andrea Tonacci, 1970) y Matou a familia e foi ao cinema (Julio Bressane, 1969) emergen en un contexto en el que son la respuesta a las condiciones de la vida brasileña durante la dictadura;  diálogos del contexto histórico, social y cultural que no corresponden a ninguna de las estrategias del Cinema Novo. Películas descuidadas intencionalmente en las que los personajes se desarrollan en la situación que les tocó vivir, se desenvuelven y son reflejo de la sociedad brasileña: suicidas, criminales y apasionados.

En Matou a familia e foi ao cinema, un joven mata a su familia porque está harto de la rutina. Después del acto, decide ir al cine y ver Perdidos de amor, para escapar de la policía y relajarse. Cuando atrapan al asesino, la policía lo tortura.

En Perdidos de amor, una joven adinerada e insatisfecha (Marcia Rodrigues) aprovecha que su marido no está para ir a su casa de Petrópolis, donde recibe la visita de una vieja amiga (Renata Sorrah). En el transcurso de las escenas donde bailan, conversan y se acarician, se entrelazan historias de asesinatos de familias en el interior de esa misma casa; pequeñas crónicas que terminan con la tortura hasta la muerte de un preso político.

Los personajes que Julio Bressane presenta en sus filmes se van construyendo en atmósferas dramáticas. En este caso, dos mundos distintos, dos temas y realidades que buscan expandirse en la trama, es decir, el asesino de clase baja que es humillado y dejado moribundo por los policías en una comisaría, mientras que la relación amorosa entre las chicas de clase alta se lleva a cabo y se realizan las crónicas de homicidios.

Bressane inyecta tragedia en su filmografía; sin embargo, se percibe la compasión en aquellos a quienes les toca vivir sus filmes. La búsqueda de retratar y darle toda la atención a esos contextos y narraciones se pueden apreciar en las imágenes y la fotografía siempre en blanco y negro; un rechazo al embellecimiento y total necesidad de tener la libertad de filmar a sus personajes en las situaciones como él desea.

Una etapa más en el cine brasileño, la más representativa para la exploración y creatividad, a pesar de las limitaciones asociadas con el contexto histórico, siempre buscando aspiraciones revolucionarias por medio de la readaptación de los recursos del modernismo. En esos momentos de furor surgió una generación que ofreció al espectador y a la cultura un cine de resistencia que sirvió de ejemplo para una nueva producción de filmes en Brasil.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)

    Related Posts

    FICUNAM | ‘Educación sentimental’: Erótica enseñanza
    FICUNAM, invitación a la resistencia: entrevista con Eva Sangiorgi

    Leave a Reply