Sería difícil concebir mucho del panorama actual de cine de horror sin la presencia de Wes Craven en el género. A lo largo de más de 40 años de carrera, que inició hasta principios de sus 30, Craven dirigió películas sobre temas universales que atraían a los espectadores debido a las emociones fuertes y las imágenes impactantes pero querían hacerlos reflexionar sobre su mundo.
Con La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972), su primer film, intentó alertar a la sociedad de los peligros en un mundo vicioso. Para ello se basó en el filme de Ingmar Bergman La primavera virgen (Jungfrukällan, 1960). Más adelante realizó otros clásicos como La colina de los ojos malditos (The Hills Have Eyes, 1977), Pesadilla en la calle del infierno (A Nightmare on Elm Street, 1984) y Scream (1996).
Algunas de sus cintas más famosas han sido filmadas por otros directores en años recientes, generalmente con resultados menores a los del gran maestro del horror. La única forma de mantener vivo a Craven es ver sus triunfos originales que, sí, en nuestros días pueden parecer anticuados, pero lo que sobrevive no son los efectos especiales o el realismo de la sangre. Lo esencial de Craven y sus películas son las grandes pesadillas que creó y en las que hemos vivido todos de alguna forma. Descanse en paz.
