‘Mucho ruido y pocas nueces’: ¡No seáis sangrones!

Joss Whedon, director de The Avengers, lleva a la pantalla grande Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, 2012), la rara adaptación de una de las obras más reconocidas de William Shakespeare escrita en 1598. Más de 400 años después, Whedon toma la batuta para adaptar el guión, producirla y dirigirla al mismo tiempo que trabajaba en Los Vengadores; es en serio.

Leonato, gobernador de Messina, recibe en su casa a Don Pedro, quien regresa victorioso de la guerra, acompañado por sus súbditos, el conde Claudio y el soldado Bénedick. Claudio rápidamente se enamora de Hero, la joven hija de Leonato; en tanto que Bénedick no hace más que discutir con Beatrice, la sobrina, que al igual que él está convencida de que nunca habrá de enamorarse.

Don Pedro, Leonato, Claudio y Hero elaboran un plan para hacer que Benedick y Beatrice se enamoren; mientras que Don Juan, el hijo ilegítimo de Don Pedro, dispuesto a acabar con la felicidad de todos, levantará falsos testimonios en contra de Hero para arruinar su boda con Claudio.

Los engaños y la mentiras son el motor de la historia, los personajes están dispuestos a hacer y/o decir cualquier cosa con tal de conseguir lo que buscan (cortejo, amor, justicia, etc.). A pesar de haber sido escrita hace más de cuatro siglos las situaciones que presenta Mucho ruido y pocas nueces bien pueden ser llevadas al nuestros tiempos.

Pero Whedon se tomó demasiado literal el hecho de traerlas a la actualidad. La película transcurre en pleno siglo XXI, en un entorno con autos, teléfonos y aparatos electrodomésticos; pero los personajes son condes, príncipes y soldados que hablan con los mismos modismos ingleses que Shakespeare utilizó originalmente hace 400 años, eso sí, bien arregladitos con traje, corbata y martini en mano.

Es muy poco probable, por no decir absurdo, que tanto el lenguaje y la historia sucedan en nuestros días exactamente igual que como pudieron haber sucedido en el siglo XVI. En el caso del lenguaje, ¿a poco sí se tragan que el yerno le agradezca al suegro la bendición para casarse con su hija diciéndole “¡Cuán dulcemente curáis el amor, como quiera que conocéis el mal por su fisionomía! Sólo que para que mi afecto no os pareciera demasiado repentino, quise precaverlo con más largo discurso”? ¿Neta?

El hecho de que todos los diálogos sean así hace que, sobre todo al principio, el espectador se pregunte “¿De qué demonios están hablando?”, ya poco a poco se le empieza a seguir el hilo a la historia y podría quedar de lado como un pequeño detalle, sin embargo las conversaciones se sienten falsas y forzadas.

Con la historia pasa lo mismo, creo que si se va a hacer una adaptación de Shakespeare, o de cualquier otro autor clásico, debe de hacerse en el contexto en la que fue escrita; si no debe ser tomada simplemente como referencia y hacer un guión más acorde con la época a la que se quiere llevar.

Whedon tenía todo a su favor para hacer una gran película; aclaro, Mucho ruido pocas nueces no es mala, pero sí pudo haber sido mil veces mejor. Insisto, tenía con qué lograrlo, pero al final le ganó algo la soberbia y terminó pecando de pretensioso, lástima, habrá que ver en qué decide dobletear mientras filma The Avengers 2.

Por Luis Arredondo

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