Las grietas del universo cinematográfico

Un árbol con malas raíces está condenado a caer. Nunca tendrá la fuerza suficiente para mantenerse en pie y seguir floreciendo durante años. Lo mismo sucede con cualquier franquicia o, los ahora llamados, universos cinematográficos. Si los primeros ladrillos están mal colocados será difícil corregir el rumbo posteriormente. Piensen en los esfuerzos realizados por DC Comics y Warner Bros. para llevar con éxito (financiero y crítico) a los superhéroes de la primera pantalla grande, quienes, con excepción del Batman de Nolan, han fallado en conseguir su objetivo o encontrar, al menos, un estilo definido. Marvel tendrá sus pifias, pero como producto el público sabe exactamente qué esperar.

La Liga de la Justicia (Justice League, 2017) retoma las acciones donde Batman vs Superman (2016) las dejó: Superman murió provocando un desánimo generalizado en el planeta, esto crea una ventana de oportunidad para que Steppenwolf (un temido conquistador de mundos o algo así) intente invadir la Tierra para someter a la humanidad a un infierno perpetuo (o algo así). Ante la apremiante situación, Batman (Ben Affleck) y la Mujer Maravilla (Gal Gadot) deciden reunir a un grupo de metahumanos (Aquaman, Flash, Cyborg, la cartera de Bruce Wayne) para combatir la amenaza apocalíptica.

Al interior de la película hay dos visiones que chocan y pocas veces se complementan. La primera, impuesta por Zack Snyder desde El Hombre de Acero (Man of Steel, 2013), llena de figuras mitológicas (en esteroides, como los guerreros de 300) y, la otra (gracias a una tragedia familiar de Znyder), con Joss Whedon detrás del volante (repleta de comedia ligera y tomas cerradas a las partes posteriores de Gadot). El resultado es incompatibilidad pura, como un matrimonio a la fuerza, donde ninguno terminará por ganar la partida.

El resultado es una desperdicio porque la química de los actores en conjunto es genuina, cada uno aporta un toque de su personalidad al grupo aun cuando no tengan un verdadero espacio para desarrollar del todo los personajes. El carisma puro de su presencia los hace avanzar en medio de la inercia gris del guión, que da la impresión de estar más preocupado por estrechar puentes al futuro que por el caos de su presente.

Warner Bros. y DC Comics mantienen lo mostrado en producciones anteriores (villanos desdibujados, abuso de efectos especiales), un producto a medio cocer con el sazón suficiente para mantener la promesa de más, mejores cosas en el horizonte, aun cuando las grietas del camino impidan avanzar con suavidad para poder disfrutar el paisaje. La Liga de la Justicia es una idea de lo que pudo ser (esa pelea inicial de las amazonas contra el villano que de verdad sugiere un tono épico) o será (un nuevo round entre un grupo de maleantes contra los hombres de mallas ajustadas).

Ni el hijo favorito de Krypton tiene la fuerza suficiente para enderezar este barco a la deriva.

Por Rafael Paz (@pazespa)
Publicado originalmente en Forbes México Digital.

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