‘Terror en la bahía’: La docuficción ambiental

El 4 de julio del 2009 una tragedia azotó a la pequeña comunidad de Chesapeake Bay, en Maryland, EU. El gobierno trató de cubrir el incidente y desviar la atención del público confiscando todo video registrado ese fatídico día. Previsiblemente, tal cosa no era posible.

Terror en la bahía (The Bay, 2012) es un mockumentary –o docuficción– que reconstruye lo sucedido en aquel día. Así, vemos deambular en la edición fragmentos de videollamadas, grabaciones de celulares, cámaras profesionales de tv, seguridad, en patrullas, en hospitales y lo que se imaginen, todo con tal de saber cómo pasó todo.

La cinta fue promocionada como una nueva entrada en el repetitivo subgénero de los filmes de horror found footage, pero no es eso propiamente. Podríamos decir que el nuevo trabajo de Barry Levinson (ganador del Oscar a Mejor Director en 1989 por Rain Man) es más una docuficción que trata de advertirnos sobre los peligros de abusar de la naturaleza y/o ignorar las advertencias. Los sustos son más bien escasos, si es que los hay.

La reportera Donna Thompson (Kether Donohue) es quien nos guía a través del documental, testigo de lo sucedido busca desde su ficticia existencia advertirnos sobre lo que podría pasar en otros puntos del globo. Crear conciencia es el objetivo.

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Durante los 84 minutos de duración vemos cómo las festividades poco a poco van degenerando en caos cuando algunas personas comienzan a sufrir síntomas inexplicables (en su piel surgen llagas y vomitan sangre), nadie sabe qué pasa, ni los doctores o el centro que se encarga de contener plagas. Las bajas se comienzan a acumular y la única respuesta parece ser un parásito en el agua, ¿sabía el alcalde qué estaba pasando? ¿se podía prevenir? Las preguntas son muchas y las respuestas son pocas.

Es interesante descubrir que Levinson todavía tiene algunos trucos bajo la manga. Su experiencia lo ayuda a darle eficiencia a un relato que caería en el ridículo si optara por crear meros sustos. Los hechos relatados en pantalla nos son empáticos gracias al provecho que Levinson logra sacarle a la narración coral por medio del found footage.

La mayoría de los directores que trabajan en el metraje encontrado asumen que con poner la cámara y usar no-actores –o actores poco conocidos– sin una puesta en escena lograrán capturar la realidad o, al menos, simularla. The Bay logra evitar esa falla, la mayor parte del tiempo, gracias a su gran variedad de personajes. La acción no se detiene en una sola persona, el pueblo entero es el protagonista y ahí radica su efectividad.

Todos somos culpables y sufriremos las consecuencias. Ése es el verdadero horror.

 Por Rafael Paz (@pazespa)

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