Mórbido | ‘Quién te cantará’: Andrómeda contra el monstruo

El cineasta español Carlos Vermut cuenta con una filmografía que ha explorado, con oscura elegancia y mordaz humor, la forma en la que manifestaciones propias de la cultura pop reflejan ansiedades del individuo anónimo, a la vez ferviente consumidor y aguerrido destructor de la fantasía escapista que ofrecen los cómics, el anime y, en el caso de su nueva película, Quién te cantara, las divas y popstars.

Con motivo de la presentación de la película en la edición más reciente del Mórbido Film Fest, nos sentamos a conversar con el director sobre estos y otros temas:

Quién te cantará tiene muchos vasos comunicantes con Diamond Flash y Magical Girl, una relación entre como construimos nuestra identidad y la cultura popular. En Diamond Flash es un superhéroe, en Magical Girl el personaje viene de un anime muy popular y en esta una cantante ¿Sientes que dicha relación entre la cultura popular y la forma en la que construimos identidad existe?

Carlos Vermut (CV): Claro, creo que es a partir de los años 60 cuando la cultura popular empieza a aparecer de una forma más intensa en la sociedad occidental, se integra la vida cotidiana de las personas. Nos proyectamos en cantantes, en personas famosas, en personajes que están en la televisión, siento que fue muy importante para que la cultura popular entrara en las casas, antes estaban los discos o el cine, pero a partir de la televisión se empieza a desplazar los libros, la literatura. En la cultura popular, la aparición de la imagen es muy importante. Es cuando los personajes de ficción en un libro comienzan a proyectar una imagen a la que uno se puede parecer, creo que a partir de ahí comenzamos a construir la identidad, lo que vemos a quién nos queremos parecer, proyecciones ajenas.

En Quién te cantará Lila parece más un producto de consumo perfectamente diseñado que tiene un talento extraordinario, éste ha sido comercializado para llenar las deficiencias emocionales de una legión de seguidores, como es el caso de Violeta, que tiene una vida difícil a la que encuentra alivio en el poder imitar a su ídolo, ¿será que tenemos esa necesidad de llenar huecos con estos productos de consumo y a su vez construirnos nosotros como “consumibles”?

CV: Justo el otro día estaba cenando en Toronto y vi a unas chicas que se parecían mucho a las Kardashian, comentándolo con mi productor vimos que existe la necesidad de construirse en base a algo que ya existe. Podríamos todos usar un uniforme como en la China comunista, pero en las sociedades capitalistas disfrutamos tener una variedad diferente de opciones para poder imitar. Todos somos imitadores y en ese sentido creo que los famosos son esas opciones con las que contamos, por ejemplo, las revistas de tendencia funcionan como guías al poner la foto de una actriz famosa que va por la calle y te dicen todo lo que lleva puesto para que puedas parecerte a ella. La pregunta que me surge es: ¿quién crea a quién? ¿Los creamos a partir de nuestra necesidad? Somos nosotros los imitadores, la gente común, los que influimos en ellos.

Ahí es donde la película parece tomar una distancia respecto a lo que se podría pensar sobre la vida de una cantante famosa. Existe un proceso de entropía entre el personaje de Lila y el de Violeta, particularmente en el juego de palabras a través de los colores y como las dos se alimentan la una de la otra, mutan entre si, no hay indicios de verticalidad, sino más bien una relación horizontal, de fusión entre ambas como en 3 mujeres (1977) de Robert Altman. ¿Cómo llegaste a crear esta relación dentro de la película?

CV: Cuando escribes una película que trata sobre identidades, superposiciones y de disfraces, es muy importante saber como va a acabar la película, tienes que saber quién se va a convertir en quién. El espectador sabe que algo va a suceder en relación a las identidades, alguien va a vampirizar a alguien, porque si a una la dejas sin identidad deja de ser orgánico. Si Lila se convierte en Violeta, Lila ¿se convierte en Violeta? Debes de ser cuidadoso en la forma en la que las imágenes se colocan para entender como fluye la película y que la relación del juego de identidades se mantenga a lo largo de la misma.

Si hablamos de identidad, resulta necesario hablar del trabajo con las actrices y aquí el trabajo de construcción es bastante fino. ¿Cómo trabajaste esta parte con tus actrices protagonistas?

CV: Lo primero para mí era tener un guión que fuera cerrado, claro y que siempre fuera respetado porque creo que cuantas más reglas existen cerradas, más libertad tienes para hacer otras cosas. Creo que tener libertad absoluta es una condena, cuando estas trabajando necesitas algunas pautas. Después viene elegir a los actores, proceso que yo hago en base a las características físicas, particularmente de la cara, personas que ya tienen a parte del personaje dentro de ellos, ya sea la mirada o la expresión. Incluso llego a reescribir cosas por que creo que le pueden venir bien al actor y, finalmente, entender que cada actor es una persona distinta que necesita un trato distinto a partir de ciertas referencias muy claras a partir de lo que quieres. Evito verbalizar y poner nombre a las cosas respecto a la explicación del guión, por que en ese proceso se pierde algo, prefiero lo ambiguo por que de ahí salen cosas que uno no puede controlar.

Habiendo colaborado previamente con Eva, ¿pensaste primero en ella para Quién te cantará?

CV: No pensaba en nadie realmente, cuando empezamos a buscar a la actrices lo pensamos por parejas, sino que era ver a parejas de actrices que tenían que funcionar como una sola, no por que se pareciesen físicamente, sino que tuviesen algo que pudiese ser familiar entre ellas, que pudiese hacerlas semejantes, dos versiones de la misma mujer. Yo veía eso en Eva Llorach y Najwa Nimri, vi que, aunque no se parecían físicamente, tenían algo en su personalidad que las unía y eso me interesaba de ambas.

En el futuro, ¿te interesa seguir explorando el mundo de la cultura popular?

CV: Me interesa mucho el tema de la cultura de consumo, trabaje como diseñador de personajes en una productora, por lo que estoy familiarizado con el hacer muñecos con la coartada de una serie de televisión. Me intrigaba como en el fondo la productora solo quería vender muñecos pero necesitaban construir una serie de televisión por que el dinero viene de la venta de muñecos y es un tema que veo presente en mis tres películas. En Quién te cantará, se habla de personajes presentes en Magical Girl o Diamond Flash y me gustaría hacer una película sobre esos muñecos, de donde vienen y lo que viene de crear una serie o película alrededor de los mismos.

¿A qué profundidad crees que pueden llegar estos productos de consumo dentro de la psique humana?

CV: Creo que a lo que me interesa llegar es que los productos de consumo surgen de forma inofensiva, algo que por no estar verbalizado tiene más de nosotros que lo que aparenta. En el cine, dice más de nuestra sociedad Transformers que una película que hable directamente sobre la guerra de Irak, o que muñecos se están vendiendo que cualquier análisis serio sobre la psicología de las masas, pero es una pregunta que tengo en el aire y que me interesa mucho. A mí me pasa que, para entender la sociedad japonesa, por ejemplo, creo que el anime habla mucho más de su sociedad, de su soledad, de cómo se relacionan con su propio aspecto y cómo los mangas exageran los rasgos femeninos, etcétera, que un análisis sociológico de corte académico. La cultura popular es la mayor muestra de cómo funcionan las sociedades, es incontrolable.

En Quién te cantará, ¿qué podría decir la construcción del personaje de Lila al respecto de esto?

CV: No tengo una teoría sobre ello, pero hay algo con los cantantes o las divas que no tiene ningún otro fenómeno de la cultura, creo que sobrevuela sobre ellas un sentido de lo trágico, hay algo de mitología griega, de Andrómeda, de tomar a una mujer y sacrificarla ante el monstruo de la fama y el público…

Me vienen a la mente en las grandes figuras de la balada española, como Rocío Jurado o Rocío Durcal, que son cercanas a la cultura popular mexicana en cuyos casos lo trágico parece tocar lugares más profundos…

CV: Me parece que las cantantes solas en el escenario están, no como musas, sino como ofrenda a un sacrificio, enfrentándose a un monstruo como Andrómeda u otros mitos que tienen que ver con sacrificios o batallas contra monstruos, que somos los demás.

Pienso en una hidra de muchas cabezas que devora lo que puede y que conforme se le corta la cabeza le crecen más y más. Las generaciones actuales parecen tener la misma voracidad, como el personaje de la hija de Violeta, Martha, antipática y profundamente desagradable a la que después entendemos. Es un monstruo al que Violeta no ha podido vencer. ¿Ella podría representar directamente a ese monstruo del que hablas?

CV: Al escribir el personaje de Martha la intención no era hacer un comentario sobre una generación entera y me interesaban más las dinámicas de violencia que se creaban a partir de la relación con su madre. Había un programa en España que se llamaba Hermano Mayor, en el que no había consecuencias para los hijos que eran terribles con sus padres, había una escalada de tensión, se rompía algo y bien, al otro día no pasaba nada. Eran como ciclos de los que no había escapatoria.

Creo que mucha gente joven está acostumbrada a tener el control de todo, sobre todo a partir de las redes o de ver una película en el momento que quieres, etc. No están acostumbrados a la frustración, juegan constantemente con la fantasía de que todo lo que quieren lo pueden tener, tanto en el capitalismo como en la revolución. Nadie les ha dicho que hay cosas que no pueden conseguir y si no lo consiguen hay reacciones violentas como las que vemos en las redes. Cuando un actor recoge un premio y dice “no se rindan”, me parece peligroso porque a veces hay que rendirse y no pasa nada.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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