Los Cabos | Día 3: Cuéntame una de viudas y rateros

Reminiscente de lo visto recientemente en la cinta mexicana Museo, de Alonso Ruizpalacios, American Animals es una heist movie protagonizada por jóvenes que, en el papel, no tendrían ninguna razón obvia para llevar a cabo un atraco. Con el soporte de sus familias, sin problemas económicos, inscritos en la universidad y teóricamente con un futuro prometedor, Spencer (Barry Keoghan, quien anteriormente se destacó en El sacrificio del ciervo sagrado) y Warren (Evan Peters) desean en el fondo que sus vidas den un giro rumbo a lo extraordinario y significativo. Repentinamente, robar algunos de los valiosos libros de una colección en la universidad de Transilvania, entre ellos la recopilación de pinturas de aves de John James Audubon, The Birds of America, se convertirá en la obsesión de los amigos para así llenar ese vacío existencial que es invisible para cualquiera de sus seres queridos o profesores.

Cuando al inicio de American Animals el director Bart Layton nos avisa que su película no está basada en una historia real, sino que es una historia real, se hace evidente que estamos ante una propuesta que busca jugar con las convenciones de este tipo de cine “inspirado en hechos reales”, algo que también se podría decir de Museo. Lo particular de American Animals es que por momentos actúa como un documental, llenando la pantalla con las distintivas caras parlantes de los protagonistas reales (ciertamente Spencer y Warren entre ellos) de los hechos ocurridos en 2003 y 2004 en Kentucky, Estados Unidos. De igual forma, Layton se divierte al recrear cinematográficamente los testimonios, dado que, por ejemplo, Spencer recuerda los eventos de una forma diferente a como lo hace Warren.

En ese tono juguetón, American Animals se revela como una heist movie sumamente estilizada y disfrutable, la cual al seguir la estructura clásica del subgénero (la preparación, la ejecución y la repercusión del robo) siempre pone en evidencia la total inexperiencia en torno a lo criminal de los jóvenes universitarios –a Spencer y Warren eventualmente se unieron Eric (Jared Abrahamson) y Chas (Blake Jenner)–, quienes al ritmo de Elvis Presley se imaginan como George Clooney, Brad Pitt y compañía en La gran estafa, o pretenden ser los coloridos Perros de reserva de Quentin Tarantino (en una hilarante referencia conocemos al nuevo Mr. Pink); pero que vivirán en carne propia la heist movie donde nada sale acorde al plan y no hay vuelta atrás, porque la realidad, naturalmente, está más ligada al caos, al estrés, al miedo y al arrepentimiento que al atraco perfecto comandado por Danny Ocean.

Widows, por su parte, es otra heist movie y el primer filme del cineasta británico Steve McQueen desde haber ganado el Oscar a Mejor Película en 2013 por 12 años esclavo. Ahora, McQueen nos lleva a Chicago, durante el año en el que Barack Obama se convirtió en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos. Es en ese contexto, en los temas pertinentes que aborda McQueen (i.e. la brutalidad policial), donde radica lo más interesante de Widows, al tiempo que gradualmente se va desarrollando una típica cinta del subgénero también esteralizada por un grupo de personajes inexpertos que se preparan para cometer un gran robo; en este caso, las viudas (Viola Davis, Elizabeth Debicki y Michelle Rodriguez) de tres de los criminales (Liam Neeson, Jon Bernthal y Manuel Garcia-Rulfo) que perecieron en otro atraco.

La cinta de McQueen tiene diversas vertientes, por un lado funcionando como un drama sobre el detrás de cámaras de una elección marcada por el conflicto racial y la suciedad inherente a la política: Jack Mulligan (Colin Farrell), un candidato que es hijo de un racista (interpretado por Robert Duvall), se enfrenta a Jamal Manning (Brian Tyree Henry), un afroamericano que, cansado de la vida criminal, se convirtió en político y busca convertirse en el primer representante público de color de un distrito de Chicago. Esta trama, donde brilla el joven Daniel Kaluuya como el hermano y también matón de Jamal, va ligada al desarrollo de las tres mujeres protagonistas, cuyos procesos de duelo se ven interrumpidos cuando tienen que responder por los negocios sucios y los cabos sueltos que dejaron sus difuntos maridos. Que en medio de todo esto emerja la mencionada heist movie, con momentos genuinamente divertidos pero giros en la trama y un tono más apegados a los estándares de Hollywood que lo visto en American Animals, hace de Widows un esfuerzo menor en la filmografía de McQueen, mostrando su faceta más genérica y hasta complaciente.

Por Eric Ortiz (@EricOrtizG)

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