Mejor Película Extranjera: Coordenas geográficas

Nos encontramos de nuevo como cada año con la tan esperada entrega de los premios Oscar, la cual ha llegado a su edición número 87. Dentro de la categoría a Mejor Película Extranjera, por unos menospreciada, por otros exaltada; en esta ocasión se nos proponen 5 filmes: Ida, Leviathan, Tangerines, Timbuktu y Wild Tales (Relatos Salvajes), que abordan de manera muy  profunda problemáticas diversas de la actualidad hasta sentimientos perpetuos de forma graciosa.

En primer lugar está la película  polaca Ida,  triunfadora de los Premios de Cine Europeo, ganando cinco categorías –Mejor Película, Director (Pawel Pawlikowski), Guión, Fotografía y Público), su trama se orienta principalmente en una novicia de nombre Anna quien está a punto de tomar sus votos en el convento donde ha vivido desde su nacimiento, cuando de pronto se ve cubierta por las sombras de su desconocida familia que la invitan a entender más de su pasado y su origen.

La construcción estética de este filme es bastante buena, la iluminación en blanco y negro logra un balance muy agradable a la vista, ya que nunca se tiene que ver forzada a percibir estos contrastes y si a esto le sumamos una actuación adecuado al contexto en el que se ubica la historia, teniendo siempre un alto tono de drama, obtenemos una película muy atractiva.

A esta le sigue Levitán (Leviathan), película rusa dirigida por Andrey Zvyagintsev, que cuenta la historia de Kolia un ciudadano común de un pueblo costero, quien junto a su familia se ve atormentado por este Leviatán, que esta vez representado en dos de las fuerzas que rigen el balance del mundo: la política corrompida y la religión viciada por intereses personales.

La película cuenta con una rítmica constante en su narrativa sin permitir distracción alguna, también nos ofrece un abanico de exteriores hermoso y bien orientado a la situación expresada del drama personal  a veces direccionado a un humor negro marca característica del director.

En tercer puesto esta Tangerines, nominada a tres premios a mejor película de habla inglesa el año pasado, es un filme que trascurre en los primeros años de la década de los 90, cuando explota la guerra civil en Georgia como reacción de los movimientos bélicos ocurridos en Europa, comúnmente llamados guerras balcánicas.

La  historia nos habla de un hombre estonio de nombre Ivo, quien toma la decisión de no huir de su territorio para ayudar a su amigo con la cosecha de mandarinas. En el enfrentamiento, un par de soldados resultan heridos dentro del territorio de la  casa de Ivo, y el con la  firme humanidad que lo caracteriza comienza a cuidar de ellos, aunque pertenezcan a bandos contrarios.

La tensión impuesta en este film es el elemento básico que compone la trama, aunque la narrativa por momentos es floja y la fotografía deja que desear, el film mantiene activa tu atención mientras  te recuerda las debilidades humanas invitándote a interiorizar poco a poco la situación. El amor al prójimo será el tema a debatir en el filme. A pesar de sus desaciertos dentro de mi predicción es la película que será ganadora de la presea de este año, ya que nos muestra de un modo sencillo las problemáticas de coexistir, tema básico en la historia del hombre en la tierra y con el espejo de la moral nos invita a la reflexión.

En cuarto puesto está Timbuktú, filme ligeramente inspirado en hechos reales: corría el año 2012 y la ciudad de Timbuktú es tomada  por extremistas islámicos, mientras Kidane quien vive tranquilamente en las dunas con su familia no se ve afectado por esta situación, sino hasta que se involucrado en un homicidio y debe ser sometido a las leyes impuestas por los nuevos ocupantes.

Podemos distinguir otra película de corte social con un alto grado de crítica donde  se muestran escenarios llenos de intolerancia e indignación, el director Abderrahmane Sissako retrata a la perfección los excesos de una religión que censura absurdamente a una ciudad  bajo la justicia de los hombres y no de Dios. La fotografía es exquisita  y la música acompaña a  la perfección la brutalidad mostrada en pantalla.

Por último,  y no menos importante tenemos Relatos salvajes, película argentina de Damian Szifron, donde nos son contados seis relatos que a la sombra podrían parecer repletos de humor negro aunque poco a poco en cada uno de ellos podemos descubrir que  la película recula y esconde rápidamente ese humor forzado que quita seriedad y atormenta diariamente a la existencia, logrando con ello una inconsistencia aparentemente estética. A pesar de todo personalmente pienso que este film es un fuerte contendiente para ganar el Oscar de este año ya que aunque nos cueste decirlo nos gusta disfrutar de los males de la vida y del sufrimiento ajeno, más si es llevado en una película donde se expresa el malestar social lleno de hipocresía constante.

Por Giovanni Vivar 

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