‘La batalla del volcán’ y la memoria

La memoria se construye y se transforma con el tiempo. Los grandes acontecimientos de la sociedad lo sufren, la verdad deja de importar con los años  o el significado cambia. En el peor de los casos, se olvida. El cine, y el documental en especial, ha servido como herramienta para conservar la memoria, aun con su subjetividad, un vehículo contra el olvido.

La batalla del volcán (2018), de Julio López, tiene esa intención: luchar contra el olvido y la historia oficial, llena de omisiones y subjetividades aún más grandes. La película se concentra en reconstruir los 20 días que duró la Operación Hasta el Tope, una de las batallas más cruentas entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno de El Salvador en la capital de dicho país.

Acompañado de militares y guerrilleros por igual, López recorre a pie las calles de San Salvador. Los participantes recuerdan los días de lucha, los compañeros caídos, las viejas consignas y los lugares exactos donde derramaron sangre o creyeron tener la victoria cerca. Es un ejercicio de reconstrucción que busca alejar el foco de los dirigentes, de las cabezas, para llevarlo a aquellos que empuñaron las armas y conocen el asfalto como las cicatrices de sus cuerpos.

Imaginen que alguien en México se aviente a hacer un documental sobre las elecciones del 2006 donde panistas y perredistas convivan sin resentimientos frente a la cámara, mientras cuentan sus anécdotas de cómo vivieron los días previos a la victoria de Felipe Calderón. El resultado sería parecido a La batalla del volcán. Guardadas las distancias, claro.

López intercala las secuencias a nivel de calle con la narración de los medios que hicieron la cobertura de la batalla, agregando contexto y situándonos de manera más sólida al interior del evento. Así es como López va tejiendo su hilo con sensibilidad y precisión, aun cuando a ratos la cinta tenga la apariencia de un documental para la televisión o momentos bastante manipuladores (por ejemplo, una guerrillera que regresa a la casa donde le salvaron la vida entre besos, bendiciones, agradecimientos y abrazos).

La batalla del volcán tiene la estructura de una épica, de un cantar de gesta sin grandes héroes, sin figuras mitológicas. No porque no existieran sino porque la historia oficial se encargará de conservar sus nombres o dotarlos de nuevos significados. Para López el micrófono debe ser de los otros, de los soldados sin rostro que dieron la vida por ambos mandos y de las secuelas que los acompañarán hasta el día de su muerte… cuando el olvido intentará atraparlos.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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