El pasado familiar, en ocasiones, funge como el detonante de acontecimientos que confrontan los recuerdos con el presente. El cine mexicano ha intentado explorar el tema en los últimos años a través del horror, ofreciendo desde el terror social –con fantasmagórica Vuelven (2017) y el falso metraje en torno a espíritus de Perdidos (2015)– hasta las posesiones y exorcismos –Belzebuth (2019)–.
En Mírame (2020), ópera prima del realizador Pavel Cantú, converge un típico relato de fantasmas con el drama, basándose en antiguos secretos y la preservación ecológica. Lalo (Axel Alpuche) es un adolescente que se muda de Morelia a la Ciudad de México a causa del abrupto fallecimiento de su padre. Después de establecerse con su abuela Elena (Leticia Huijara), encuentra un reloj perteneciente a su progenitor y, al ponérselo, despertará a un fantasma que lo hostigará de manera obsesiva.
El guion de Luisa Iglesias Arvide, Ernesto Murguía, Verónica Angeles Franco y del propio Cantú explora terrenos convencionales conformados por misterios concernientes al origen, la maternidad y a la biología como antesala a una suma de sucesos que evidencian un asesinato. Aunado a ello, el retrato de la adolescencia toma eje para trazar aspectos paranormales, tratándose de otro aspecto abordado con anterioridad en el género. Lalo desarrolla una amistad con Rana (Regina Reynoso), resaltando una complicidad previsible que conecta con el esoterismo y la clarividencia.
El paso de los segunderos del reloj en el nuevo hogar del adolescente remarca tensión. Una que, si bien predecible, construye de manera paulatina una sobrenaturalidad en viejas casonas, escuelas y revelaciones que entrelazan aspectos culturales como las chinampas de Xochimilco, los ajolotes, las aguas de los canales y las referencias hacia la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
Sin embargo, el desarrollo del relato alcanza una irregularidad en ritmo que desaprovecha un par de giros bien colocados en su trama, precipitando un desenlace que se queda corto en la exploración de temas de contexto social como el feminicidio, los abusos, el bullying y leyendas locales mexicanas.
Entre espíritus, clases escolares, adolescentes, parajes de Xochimilco, anfibios, pesadillas y secretos familiares, Mírame es un esfuerzo didáctico, aunque predecible, por narrar historias que salgan del terreno común de la tan explotada comedia romántica mexicana. Con algunos cabos sueltos, enfoca el precepto típico del jump scare en medio del duelo familiar y la delgada línea de explorar el mundo de los muertos.
Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)
